Cuando hablo contigo estoy diciéndole a todos cuentos que de tus labios nacieron, palabras que en mí no existían. Entonces, no resulta raro que ahora yo te diga que cuando te canses de estar vivo, cuando el mundo pese más... vengas a mi. Yo te regalo una noche de lluvia. Te regalo mis zapatos sucios y graciosos y mi pelo mojado para hacer nuditos y levantarte al mundo. Lo dejo escrito y que lo sepan todos: mis noches de lluvia son para ti. Y es que mi boca sólo sabe volverse dulce por la tuya, y es que sin ti, tal vez, no tuviera jámas nada nuevo que decir.
Texto agregado el 17-08-2006, y leído por 297 visitantes. (2 votos)