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Inicio / Cuenteros Locales / andueza / Mi papá, mis tíos y el tata Pinochet.

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Yo no sé qué es lo que tanto conversan en la mesa del comedor. Ya han almorzado y ahora toman vino, sin ningún apuro. Así es casi siempre que vienen mis tíos y tías a casa : se quedan conversando de esto y de lo otro con un entusiasmo que no logro comprender. Que son lateros, lo son. Mi casa, ( donde acaban de almorzar mis tíos), queda en el Cerro Polanco, aquí en Valparaíso. De mi casa siempre dicen lo mismo : "que linda se ve la bahía de Valparaíso desde acá" . Pero te advierto, le dicen a mi papá, que "en el próximo terremoto la edificación completa se va rodando cerro abajo, y al plan, con suerte, llegará un par de hojas de zinc. El resto quedará diseminado en las laderas del cerro". Pero ni el terremoto ni mi casa me preocupan en este momento de la tarde: es que si no se van luego mis tíos y se dejan de cacarear, mi papá no me llevará al muelle a pescar, y eso sí que no me gusta nada. No hay nada más lindo que pescar con mi papá un día sábado en la tarde, ya que ahí hablamos de cosas que sí me interesan y lo mejor es que estoy solo con él. No hace falta explicar que yo quiero mucho a mi papá, y a mi mamá también. El cielo está despejado y muy azul, por lo tanto el mar también esta muy azul. Además, tampoco corre viento, de modo que tampoco se divisa oleaje. La tarde está tan calma y tibia, que no la dejaré pasar sin estar en el muelle pescando. Así que haré lo que hago para estas ocasiones : primero pregunto yo, luego contesta mi padre, mi tía exagera las cosas, y mis tíos que viven en Europa se encargan del desenlace.

Veamos qué pasa : yo tomo mi cuaderno de deberes escolares, un lápiz e ingreso al lugar en que se encuentran los parlanchines. Pido silencio para hacerle una pregunta de primaria a mi papá :

- Papá, es que para el lunes debo llevar el nombre del chileno más famoso en el mundo...¿ quién es ?

Hay unos tres o cinco segundos de silencio total, en los que aprovecho de apoyar el lápiz en la hoja blanca del cuaderno, y de poner mi mejor cara de inocente.

- El general Augusto Pinochet - contesta mi padre.

Mi tía Eugenia, alharaca como siempre, es la primera en saltar con su opinión:

- Ay, sí - dice ella - ese santo hombre que tanto hizo por nosotros los chilenos.

Interviene mi tío Javier, cuyo rostro se ve colorado, y que es el tío que vive en Europa con mi tía Eugenia, desde hace ya muchos años.

- ¿ Pero qué dices, mujer ? ¿ Cómo vas a catalogar de santo a ese bellaco ?

Comienzan a saltar una a una las opiniones, y ya comienzan a confundirse, pues ya no distingo lo que cada uno argumenta. Simplemente hago que hago una anotación en mi cuaderno, y me retiro hacia donde duermo yo, mientras el tono de la discusión sube hasta transformarse en una verdadera jaula de loros. Sé que no llegarán a golpearse ni nada, que mañana todo se habrá olvidado, pues no fue más que una pregunta de escuela, y sé también que no tardarán más de 15 minutos en terminar la latosa reunión, y mi papá vendrá a buscarme al cuarto con los atuendos de pescar, ya que le gusta pasar los disgustos pescando en el mar.

Texto agregado el 22-02-2003, y leído por 410 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
25-03-2003 Vaya con el relato y las divisiones en esta América que nos a tocado vivir, son cuestiones de familia, por suerte existe el mar y la pesca poetasuburbano
22-02-2003 Digamos que los conoces muy bien. me gustó. Saludos mcavalieri
22-02-2003 Jajajaja, buena forma de lograr tus objetivos, muy lindo relato, un saludo, Ana Cecilia. AnaCecilia
 
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