Semanas... cúmulos de cinco días que se terminan cada viernes como un pan con huevo. Qué mañanas. Abro los ojos que se congelan de frío y no responden, no responden y no quieren responder, se me han formado vaya que ojeras. Bueno, talvez no tan tremendas ojeras pero mi falta de sueño se me va haciendo horrible. Cuando al fin el cúmulo de cinco días pasa, la cama o el primer sillón no sirven ya para sentarse, ver tele o leer: sólo dormir. Hasta perder todo contacto que se pueda, con la realidad. Cuando vuelvo a abrir mis ojos estoy sentado frente al PC, frente a blog... haciéndome el ánimo de escribir algo, por "simplemente pasable" que sea. Ya la gente no se interesa mucho por leer un poco. Y eso es lo peor: que aún quedamos los que insistimos en escribir. Hace tres días que camino por Concepción un poco cómo de visita. Cómo hablando con ciertas personas por necesidad, porque se debe hablar cuando se está de visita. Algunas veces sin embargo el contacto es real, otras, es como voces lejanas que se encuentran en los ecos. Y mientras tanto todo pasa alrededor: los días y los días y los días con todo lo que conllevan, pero a veces prefiero ignorarlo. Todo esto es como estar parado en un gran papel blanco, o en un formulario. Y llenando ese formulario con un enorme lápiz. Creo que ahora todo lo que quiero es echarme a dormir sobre la goma, para dormir y también sacarme un poco está sensación de nadadísimo (nihilismo para los más exquisitos), de suficiencia, de "too ta' bien", de "estoy disfrutando leer Rayuela, ¿y que?", de "me saque buenas notas pero no quiero ni hablar de eso"... lejos de una tristeza, es un cansancio tan... ¡normal! Que loca es la vida. Abro los ojos despertando de mi alucinación y me he vuelto loco: tengo agarrada una caja de jugo en mis manos, con la que he mojado a todos mis compañeros de la mesa del almuerzo. Eso les pasa por pasarse de listos, no me caen mal pero eso es todo. Es el colapso, y todos nos reímos, yo también, me río mucho, de sus caras, de lo absurdo de la situación, de ver el formulario de la vida manchado de jugo de durazno, de avanzar un poquito más por la locura que parece tener mucho que ver con esto del cotidiano. Qué tanto tema cotidiano. Esto es simplemente la realidad. Todos se han llevado una sorpresa, yo solo quiero irme a mi casa. El cotidiano, el cotidiano, el cotidiano... qué cansancio, qué sueño, qué locura.
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