Una noche, una fiesta, y nada más que pensar... los invitados acudieron al lugar que a ojos de cualquiera era hermoso . Su casi perfecta ambientación provocó mayor ansiedad en el entorno...
Una fiesta, pero no cualquiera: una de distraces.
Cada uno con su accesorio y entre detalle y detalle, se podía ver el tiempo invertido en el atuendo... Consideradas de otro mundo podían ser las máscaras y antifaces que utilizaba cada personaje, para semi cubrir su verdadera personalidad...
Las luces bajaron y del cielo del gran salón bajó una mujer, con vestido largo y zapatos blancos, que se podían apreciar por los efectos de viento de los que se dispuso para la entrada triunfal... La plataforma bajó y llegó al piso... los invitados hicieron un círculo rodeando a esta para observarla con mayor delicadeza... era la dama más hermosa de esa noche, decian algunos, le sobra maquillaje en los labios, decian otros, mientras que el resto de su cara era un completo misterio... solo sus grandes ojos cafés se delataban entre los orificios del antifaz...
La dama caminó por la pista, dando por terminada su entrada, e instando a que los invitados bailaran... ¡que fácil es hacer locuras cuando no se está expuesto en su totalidad, con una máscara! pues, no lo pensaron dos veces y tomaron una pareja cada uno, dando por iniciado el baile... A todos les había llegado una invitación, en la que se especificaba el factor disfraz y antifaz... nadie podía llegar a la fiesta sin estos dos fundamentales requisitos... pero incluso a estas altas horas de la noche, nadie sabía el motivo de la gran celebración a la cual habían sido cordialmente invitados...
Así pasaron las diez, las once, las doce... se dió por inaugurado el nuevo día, así llegando a la primera hora de este, la segunda, la tercera...
Pasadas las tres de la mañana, el salón bajó aún más sus luces... un personaje entre la multitud pasaba más que inadvertido... sentado en la barra con vasos y mas vasos acompañantes, además de algunas botellas, se embriagaba alejando solo con palabras a quien se le intentara acercar... ¡vaya que palabras serían esas! pues bastaba con que alguien se sentara a su lado para que este se acercara hasta el oido de su acompañante de turno y vocalizara contadas palabras para que de un dos por tres, el acompañante dejara el banco y se perdiera entre la multitud...
Coñac, agua ardiente, lo que fuera, desaparecía de su botella. Este personaje hablaba en voz baja, nadie podía saber que era lo que expresaba, porque todo era murmurado... palabras solo para él, eran testigos y únicos acompañantes permitidos por este sujeto tan extraño, a ojos automatizados, vestido de azul marino, con un antifaz del mismo color y lentejuelas que brillaban con la baja luz del lugar...
Llegaron las cuatro de la mañana, las botellas temblaban cuando descubrian que la mirada de aquél hombre se posaba sobre ellas...
De pronto una mano se posó sobre el azul hombro y fué el alcohol el que primero se dejó sentir...
El antifaz antes solitario, dió media vuelta y encuentró a su lado a otro antifaz, con lentejuelas plateadas, que no cambia de dirección, al igual que unos penetrantes ojos cafés que lo miraban y lo trastornaban... de su boca no salía palabra alguna, y el antifaz plateado se sentó a su lado. El banco era pequeño, por lo que el vestido largo incomodaba un poco, pero no le importó. El cargado maquillaje de los labios del antifaz plateado comenzó a moverse, y un sonido agradable se produjo en el ambiente...
El antifaz azul escuchó atento el sonido, pero parecía trastornado... la mirada que se dejaba ver en los orificios de su antifaz era aguda, clara, pero concreta; y en esos momentos parecía perdida en el contexto del lugar, sus luces, sus adornos...
De un derepente, llegan dos botellas más al lugar, y ambos antifaces intentan alcanzar una... así cruzan las miradas al punto en que quedaron prendados uno del otro, por unos cuantos minutos... las botellas se abrieron, dando paso a que el maquillaje del antifaz plateado disfrutara del primer licor de la noche... para antifaz azul ya era un número incontado, por esa noche. Al terminar el trago, antifaz azul la invitó a la pista de baile...
Son mas de las cinco de la mañana y todos los miran, todos se alejan... dos locos bailando a esas horas, como si no lo hubieran hecho jamás...
dos locos trastornados por las mismas miradas, dañados por los prejuicios... por los mismos, pero en distinta ocasión utilizados; pero prejuicios al fin y al cabo... pero a pesar de esto siguieron su frenetica danza de juegos y miradas cubiertas por los antifaces...
De pronto las luces se apagaron, y unos gritos desconcertaron todo el salón... pasos agigantados se sentian al rededor, mientras que mujeres y hombres se tropezaban a cada instante...
Antifaz azul reaccionó, tomando a antifaz plateado entre sus brazos, así dotandola de refugio... pero ni el refugio más grande pudo soportar lo que vino después... las puertas del lugar se abrieron, los invitados comenzaron a correr y una avalancha de antifaces de distintos colores y largos vestidos se estampó en la espalda de antifaz azul, haciendolo perder el equilibrio... por lo que antifaz plateado se soltó de sus brazos y la corriente la empujó a lugares que no conocía y no le permitian regresar...
antifaz azul salió corriendo tras la avalancha y buscandola entre la oscuridad se desesperaba cada vez más... hasta llegar al punto en que prefirió salirse de la corriente y arrimarse a una pared... pared que lo cobijó durante horas... mientras entre la multitud, veia antifaces y mas antifaces corriendo sin sentido...
De un de repente miró hacia un costado de la multitud y vió unos ojos que también lo encontraron, un maquillaje que le parecía familiar en los labios, y un vestido a estas alturas destrozado por los golpes de tan extravagante suceso...
Los antifaces se acercaron, las miradas se juntaron, pero aunque el deseo por conocer el rostro del otro era grande, prefirieron dejarlo para después, lo conocido hasta ese momento era importante, no había para que mostrar mas, todo se vería con el paso de los sucesos... y así juntos se alejaron del salón, ya pasadas las siete de la mañana cuando el crepúsculo otorgaba sus primeros rayos matutinos... y así juntos emprendieron caminata, perdiendose del cuantioso desastre provocado por los invitados a este baile de infiernos y primaveras otoñales, que no dejaban ver con claridad, la calma y la dicha de una noche con deseos de brillar...
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