Victor se detubo unos instantes frente a aquella niña que lo miraba fijamente apoyada en la pared de la oscura calle. Miro alrededor, pero salvo sus acompañantes no había nadie mas en la calle
- Ey ¿Que haces tu aqui sola?- Dijo mientras se agachaba para ponerse a su altura- ¿Te has perdido?
- No ¿Y tu?- Dijo la niña con cara alegre
- ¿Yo?
- Si... ¿te has perdido tu?
- No- Dijo Victor mientras sonreia de manera condescendiente
- ¿Entonces que haces aquí solo?- La sonrisa de la niña se agrandó
- Yo... eso no tiene importancia. Dime donde vives y te llevaré con tus padres. Estar en la calle sola de noche puede ser peligroso ¿sabes?
- No tengo miedo. Tu tampoco deberás tenerlo.
- ¿Que...?
- Tienes un mensaje que entregar ¿no?
- ¿Victor?- llego la voz de los otros dos Caballeros- Vamos, no podemos perder tiempo- Dijeron bajo la farola junto a la que se habían detenido.
Cuando Victor volvió a mirar hacia la pequeña, esta ya no estaba.
- Tu acción del otro día a sido hábil y decidida, pero poco cuidadosa. En poco tiempo habrán seguido tu pista. Te daremos un piso franco y una identidad falsa, tu cambia de look.- comunico uno de los Caballeros a Victor
- Vaya... ¿realmente crees que me podrán rastrear?- el otro Caballero permaneció en silencio- Esta bien, pero... ¿de que voy a vivir?
- Tranquilo, nosotros te proporcionaremos todo cuanto necesites.
- Pero... ¿qué hay de mis cosas?
- ¿Tus cosas? Tus cosas han quedado atrás. Ahora lo que importa eres tu.
- Si me rastrean y encuentran mi ordenador, otros podrían meterse en lios. Tengo que llevármelo, o borrar los datos, asi que tendré que pasar por mi piso. Y cuento antes pase, menos riesgos.
- No seas ingenuo. No necesitas pasar por tu piso para cargarte esos datos. Ya nos hemos encargado nosotros.
- ¿Y si había algo importante?- Dijo Victor irritado
- Humm... Victor, hacemos lo que tenemos que hacer. Echa un vistazo aquí. Ya casi han resuelto tu entramado. No creo que pase de hoy.
- ¿Cómo... como sabeis lo que están haciendo ellos?
- Vigila a quien te vigila y espía a quien te espía. Es la mejor forma de que nunca te encuentren.
Una nueva ventana se abrió de pronto en la pantalla de su ordenador, ocultando lo que ella estaba haciendo. Ella no había abierto el Bloc de notas.
- Un fallo extraño- pensó, y estaba apunto de cerrar la ventana cuando las letras comenzaron a aparecer en ella. Una una, fueron formando palabras.
Hola. Soy yo, Victor. No puedo hablar contigo por otro medio, ya que podrían rastrearlo. Lamento tener que meterme en tu ordenador. Cuando acabemos de hablar, asegúrate de que nada de esto queda guardado.
“Tenías razón el otro día. Me están rastreando, y acabarán llegando hasta mi piso. Yo estoy a salvo, tengo nuevos amigos que me protegen. Pero, aunque he borrado toda la información de mi ordenador, pueden llegar hasta ti. Mis compañeros de piso te conocen, y no se la jugarán si los interrogan.
Necesito hablar contigo. Ven hoy a las diez de la noche, en la puerta del café Trebol. Todavía hay tiempo, así que debes preocuparte de que te sigan o te detengan.
Lamento mucho haberte involucrado en esto.
Hasta mañana.”
Un ruido sordo derribó la puerta, y varios hombres penetraron en la vivienda empuñando fusiles de asalto y portando chalecos antibalas.
- ¡Policía! ¡Todo el mundo quieto!- gritaron a los aterrados habitantes, que hasta ese momento estaban tranquilamente quietos durmiendo en sus camas o en el sofá. En unos segundos los hombres armados se habían desplegado por toda la casa.
- No esta, señor- dijo uno de los miembros del escuadrón de asalto.
- ¡Vosotros! ¿Dónde está Victor Jara?- Dijo el que parecía ser el líder
- ¿Qué..? No.. no lo sabemos. El trabaja de día... supongo que estará en el trabajo.
- ¡Falso! No esta allí- Dijo el lider mientras le golpeaba en el estomago con la culata de su rifle. ¿Cuál es su habitación? ¿Dónde está su ordenador?
- Es-es aquella de allí- dijo temblando Maria- Tiene el ordenador encima de la mesa.
Uno de los policías entró en la habitación y salió al poco tiempo.
- Jefe, esta en blanco. No hay nada. Lo han formateado, hace muy poco.
- Ya veo- dijo el lider mientras dirigía una mirada enfurecida a los habitantes de la casa- Llevaos a estos y que manden a alguien a registrar todo.
El doctor Iglesias, un hombre ya entrado en años, de pelo canoso y cuerpo grande, observaba una radiografía con aire ceñudo, cuando de repente las luces se apagaron.
- Vaya, otro apagón- pensó mientras encendía una pequeña lámpara a pilas que tenia sobre su escritorio.
La puerta se abrió y una figura de la que, con la escasa luz de la lamparilla, apenas se vislumbraba la silueta entro en el despacho. El doctor se ajustó sus gafas mientras preguntaba.
- ¿Qué desea?
- Un hombre que paso por aquí hace pocos días. Vino con una radiografía y usted le dio la dirección de un cirujano maxilofacial. Quiero esa dirección- La voz era apagada, fría y decidida.
- ¿Qué...? Esto... ¿Por qué quiere saber eso? ¿Y quien es usted? No tengo porque responder a preguntas de extraños.
- Obtendré mis respuestas, quiera usted o no.
- ¿Eh? ¿Me está amenazando? Mire, si es usted del gobierno, enséñeme la orden. Eso es información confidencial, y no tengo porque dársela. Mis clientes son importantes para mi, y si no tiene una orden no me va a amedrentar con esto.
- No puedes- Está vez la voz sonó casi ironica.
Un pequeño post it con una dirección garabateada se balanceo en el aire, como si se acabase de desprender del techo, hasta posarse suavemente sobre la mano de la oscura figura.
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