Un día cualquiera,
Idéntico a todos los demás,
En donde los árboles no estaban ni más verdes ni más frondosos…
El aire no era más limpio
Y el sol no brillaba con más esplendor
Ella despertó…
Sintiendo como las sábanas la asfixiaban
Y cómo el sonido de aquel colgante de bambú
Se estremecía con el vaivén de la tempestad desatada afuera.
El sol yacía dormido detrás de las nubes negras.
La lluvia no paraba de caer…
Gota tras gota, mezclándose con el verde del jardín.
Ella despertó, abrió sus ojos y vió…
Vió como su vida había escapado
Como sus sueños fueron arrancados…
… en un solo momento
sintió que su veradda no era suficiente
que no valió la pena dejarla escapar
pues nadie quiso oírla…
se había liberado, desahogado,
venciendo los temores en ella hacinados.
Pero el esfuerzo no valió la pena…
… Había despertado
pero en su mente desfilaban una y otra vez
las mismas palabras…
“No es cierto, nada es cierto”…
¿Cómo no creer? ¿Cómo no admitir?
Recibió una mirada de desprecio
Nada más que eso…
Ella, sola, quedó abandonada,
Hablándole al viento…
Pues nadie había al frente
… se había ido, sin escuchar nada…
la lluvia seguía golpeando la ventana
y ella, había despertado.
El día avanzaba
El tiempo corría y ella… ahí…
Sin hacer nada,
Sólo escuchando el sonido del colgante de bambú
Mezclado con las ensordecedoras palabras que recibió
… “no es cierto”…