Me miran, se ven tan indiferentes, tan estáticas. No tienen expresión de odio, tampoco parecen querer dañarme. Pero esa mirada tan tranquila, tan indistinta… ¿Qué quieren de mí? ¿Serán acaso seres con instinto asesino, sedientas de sangre humana?... esa sangre fresca, tan tibia… tal vez la deseen. Continúan mirándome, parecen hambrientas de carne humana, esa carne tierna, tal vez sabrosa. Me buscan, me siguen, pero no se mueven, no apartan su vista, quieren atraparme. Sólo anhelan moverse, salir de su quietud, acercarse a mí, tenerme, matarme, devorarme…
Las muñecas me odian, tal vez, por tenerlas ahí, sólo como adorno, por no prestarles atención… no puedo huir de esa mirada, tan misteriosa y tan fría, que sólo busca encontrarse conmigo, vengarse de la poca atención, como si quisieran morderme, esperar que yo me acerque…
Quizás, si me hablaran, si me pudieran decir todo lo que me odian… ¿Por qué? No les he hecho nada… ¡Dejen de mirar! ¡No sigan!
Acumulan su odio, para expresarlo el día final, el día en que mi alma se vaya de mi cuerpo, y tal vez, se aloje en otra muñeca. |