Con sueño las palabras no fluyen de la misma forma, pero entre sueños los pies caminan conforme las palabras y es por eso, que entre los nubilosos ojos y los pesados parpados, aquel se pierde en el ser de la existencia casi ausente de un sueño que pasa mientras el tiempo también, porque, además, por si poco fuera, en los sueños no existen tiempos, ni minutos mas allá de los pintados con acuarelas a veces largas, a veces cortas.
Y como otros ya han dicho los momentos lucidos y los sueños absolutos, yo quiero decir del letargo entre pensar lo que se toca y dejarse en lo que no, o por lo menos no con las manos de un despierto. Digo, más o menos, que los ojos se alejan en el punto muerto de un horizonte inamovible a un paso de volarse en infinitos colores de un arcoiris que aún no existe, que se pierden en el movimiento uniforme de las alas de los pájaros que no hay tiempo ni alientos de nombrar, porque mientras recuerdo como, se surca la delgada línea y entonces son gallinas de coloradas patas, ojos verdes y picos destellantes.
Y bien puede ser un segundo, pero al cabo, resulta el último momento seguro en la orilla de verdades resueltas que de vez en vez, también asustan, y por eso, el suspiro final y el resignado avance, o bien puede, si usted lo prefiere, ser el bote a un susto, menos espantoso.
Pero, después de todo, no puede ser tan terrible.
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