Texto para el desafío de la imagen 19, inspirado en la imagen que pueden ver aquí:
http://www.fotolog.cl/Desafio/3596729
Llegué un día medio nublado. Nadie me dijo que mi familia había muerto: nadie me dijo nada. Sólo me lanzaron la vida en la cara, apestosa y difícil. Yo tardé en entender pero al final lo hice; los otros en el refugio sólo hablaban de la guerra, la desolación y la muerte. Ya no había espacio para nombrar la felicidad, o la paz, ni siquiera el amor. La ira se apoderaba de los corazones, royéndolos con sus minúsculos dientes afilados y obscuros de sangre vieja. Yo aflojé todos los músculos y poco a poco me fui internando en el juego que el destino me tenía preparado. Comencé a odiar ¿A quién? Eso no lo sabía, pero día con día crecía dentro de mi estómago un sentimiento harto oscuro. Unas ganas de revertirles esta miseria a los pilotos de esos aviones, mensajeros de la muerte, a esos destellos que en el horizonte adivinaban alguien más que se volvía nuestro hermano, otro adiós.
Y así se sucedieron los días. El cielo nunca volvió a su azul cerúleo, si no que quedó permanentemente teñido de un rojo siniestro. La tierra se volvió árida. Los árboles palidecieron y cayeron. Las aves emigraron. Y uno de esos días, de constante guerra sin cuartel, me confiaron la misión que tal vez habría de liberar mi alma de su malsana condena. Me volví otro de esos pájaros de metal surcando el cielo, dejando caer muerte y destrucción. Embelesado como estaba, no me di cuenta de que caía en la trampa.
Y hoy se acaba todo. La pistola pasándome por la sien, caricia dulce y compasiva. Me doy asco. Y es que apenas ayer repartía miseria a diestra y siniestra, como sintiéndome muy hombre ¿Pero qué soy? No soy nada, o peor. No soy humano. Hoy ha llegado en el periódico la fotografía de mi estupidez. Como un espejo, un niño yace muerto. Y yo sé que es por mi propia mano, simplemente lo sé. Es por eso que me doy asco: porque entrar en la guerra no elimina dolores, sólo los alimenta: da luz al odio. |