La tentación.
Has visto a los ángeles cantar en la cabecera de mi cama. Te enseñé lo que es el amor me enseñaste ha amar con pasión, olvidando el rencor, espina clavada en mi corazón. Oigo a los duendes de mi almohada quejarse cuando tu no estas. Añoran las ovaladas de tus mejillas y lloran por tu ausencia, se podría decir que son tan impacientes como yo. Desean y deseamos tu vuelta, pues sin ti la noche es oscura, las estrellas no cantan.
Necesito del escudo de tu amor para resistir a la tentación de los lascivos súcubos, con gran sigilo y vocablos risueños, aprovechan el vacio que dejas en la cama para seducirme cuando me duermo. Son demonios infames, malévolos, les gritarías si los vieses, esbeltas, preciosas, perfectas, adoptan formas de mujer para corromper mi sexo. Se sacian con el calor de mi esperma que regurgita en soledad. Ayúdame, encierrame en la carcel de tu corazón y tira las llaves en aquel río de corrientes cariñosas donde nos bañamos desnudos, donde los sucubos naufraguen y me dejen dormir en paz. Buenas noches.

La tentación se supera caminando a tinetas por las sendas del amor.