Cómo hago para que no te enteres… que cada vez que tu boca a la mía presurosa llega en himno, los signos se desdibujan y el conocer se interrumpe… Cómo hago para que dudes que cada vez que tus manos van a mi cuerpo temblando, el reloj no haya sentido, y el temple se trueca en nada, y no hay impronta de astucia que me permita enterarme, que existo y que tengo forma, que soy conceptos y se hace tarde… y tuve frío… Y no eras mío, eras de nadie y del aire, y dónde el viento te trajo, no había espacio esperando… y entraste y moviste todo y me moriste y te naciste, resucitaste y nos sentenciaste… a la vida. Anoche en mi cocina, te olí mirarme, te vi escucharme, te oí rastrearme…
Y vas en mi paso y piso, y voy en tu senda y canto y te espero y no te olvido y te extraño y no es en vano, porque cuando estas: usurpo las fronteras de tus llanos y devoro tu mirada y me inundo de tus labios y me muero en tu partida y me cuelgo y me desgano y me haces falta y te busco, te escribo, te aclamo y amo… Ahí va tu cara en el aire
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