Inicio / Cuenteros Locales / En_el_principio / El pasajero
-¿A que hora pasa el último tren señora?-
-¡Uy! hace mucho que pasó el último joven. Por aquí tiene años que no pasa el tren. ¿Pues de donde es usted oiga?-
-No soy de aquí, solo voy de paso-
De una sonrisa frágil el hombre pasó a detenerse sobre los durmientes.
Las vías se extendían frías y se juntaban allá donde la oscuridad las consume.
La ancianita de las arpilleras se había ido.
Él estaba de espalda y de frente sobre los rieles y para ambos lados el camino era el mismo.
-Alguna vez fue de día- recordó
-La gente se amotinaba con bolsos y cajas con mecates para asaltar el último tren
había gritos de mujeres por todas partes:!tacos! !enchiladas! !tostadas! !sodas! !agua frescas!
Se podía ser un bandido del desierto sin ser reconocido y llegar a cualquier lugar
Amar entre vagones, esconderse del voletero
Ser lo que pudiese imaginarse ser sintiendo el golpeteo del corazón del tren
Acelerarse; tomar velocidad,
Y
Se detiene para siempre:
En algún lugar se cubre de hierba y corroe entre el agua y el oxido de ocasos
Sintió frío
-Quizás es el frío paralizante de las noches de junio- pensó.
-No sé.
Ambos caminos tienen la misma distancia,
solo tengo que recorrer uno-
Entonces caminó, y caminó...
Durmiente a durmiente su espalda se disolvió entre la noche.
Un silencio como el hierro y las vías regresaron vacías. |
Texto agregado el 15-08-2006, y leído por 104
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