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VERGÜENZA
Por Víctor H. Campana`


Ella era inteligente y experimentada. Él era ingenuo y apenas comenzaba a vivir.
Jasón tenía 19 años cuando conoció a Susana en la biblioteca del colegio. Blanca, de pelo castaño y curvilínea, linda como una muñeca de fantasía con ojos de gato, Susana cursaba el último año de colegio especializándose en antropología. Él era un estudiante del primer año y jugaba en el equipo de baloncesto del colegio. Se enamoró de ella en el primer instante en que la vio. Ella era la maravillosa criatura de sus impetuosos sueños románticos quien, para sorpresa suya, reciprocó su expresión de afecto. Entonces comenzó a aprender que las mujeres mayores son fascinantes como un abismo o como una jungla misteriosa y que ellas pueden hacer la vida de un hombre tan placentera como el cielo o tan miserable como el infierno, y también placentera y miserable simultáneamente.
De pronto sus materias de estudio adquirieron una nueva dimensión. Ella lo guió a través del laberinto de la biología y anatomía en el laboratorio de sus propios cuerpos. Y las imágenes para sus ensayos en literatura creativa florecieron como capuchinas o amapolas californianas en el jardín universal y fértil creado por la abundante energía y brillante imaginación de Susana. Allí lo dejó entrar y lo mantuvo cautivo hasta que satisficiera sus demandas de jardinera.
El estudio nunca fue tal divino placer hasta cuando cayó bajo su tutela. Se convirtió en una esponja insaciable absorbiendo su sabiduría inmensurable. Estaba feliz como en el cielo.
Todo en su vida funcionaba como si su mundo, que giraba alrededor del de ella, estuviera celebrando un festival de primavera y, como un niño mimado, quería hacer todo lo que deseaba a cualquier hora que elegía su capricho. Entonces descubrió que no podía hacer lo que quería: “No-Jason-baby-mami-tiene-otras-cosas-que-hacer-cálmate-y-pórtate-bien-a-mi-me-duele-más-que-a-ti-pe ro-tengo-que-castigarte-yo-te-quiero-y-mañana-todo-sabrá-mejor”, era el completo significado de su dulce pero rotundo “¡NO!” cada vez que lo rechazaba porque no tenía deseos de estar con él. Entonces se sentía miserable como en el infierno.
Pero la amaba. La amaba por encima del dolor torturante que sufría durante los temporales exilios del país tropical y fragante de su presencia. Ella era para él la infinita fuerza de la vida misma, manifestándose luminosa y sonora a través de su maravillosa feminidad. Y no quería estar ni por un instante ausente de su lado.
Un día la invité a cenar. Ella aceptó la invitación encantada como una niñita que va al circo o a una fiesta de cumpleaños y después de que le acarició y besó, Jasón se sintió como un verdadero hombre.
Fue la primera cita para cenar que había hecho en su vida. Él estaba muy pulcro y presentable, usando su mejor traje (el único que tenía) y su camisa más nueva, pero sin corbata, cuando tocó a su puerta, justo a la hora señalada.
Susana lo esperaba ya, vestida como se visten las mujeres de sociedad y ricas cuando están invitadas a cenar: linda y elegantemente. La vio y comenzó a rezar para que hubiera un terremoto. Lo único que quería en ese instante era desaparecer. Estaba avergonzado de su indumentaria como nunca antes lo había estado.
—Te miras muy bien —le dijo, pellizcándole la barbilla y sonriendo. Y tomando con sus dos manos la rosa roja que le ofrecía la olió profundamente.
—Está bella y deliciosa. Gracias, querido —dijo ofreciéndole sus labios. Pero no quiso subir a su viejo auto Chevy.
—Iremos más cómodos en mi carro —le dijo, tomándole de la mano y conduciéndole al garaje, y se fueron en su Porsche convertible, no a donde él había planeado ir, sino al restaurante del country-club al que ella pertenecía.
—Unas de mis amigas quieren conocerte —le dijo. Jasón ocultó su sorpresa con un asentimiento de cabeza al mismo tiempo que se encomendaba a Dios poniendo todo su ser bajo la divina voluntad.
Fue una cena excelente, bistec mignon con langosta y vino blanco Zinfadel que él tomaba del vaso de ella entre sorbos de Coca-Cola del suyo. El rumor del agua corriendo en la fuente cercana a la mesa, las notas románticas del piano al fondo del salón y la risa alegre y cantarina de Susana creaban un ambiente idílico que él lo percibía como hecho exclusivamente para los dos.
El encuentro con las amigas de Susana no fue la terrible experiencia que él había temido. Esas muchachas lindas y amables en realidad estimularon su energía y le hicieron sentirse a gusto y en control de sí mismo. Y gozó de la cena con la misma fruición que gozaba siempre en la íntima compañía de ella. Estar junto a Susana era para Jasón como estar en un plano diferente de existencia donde se es absolutamente libre y todo es posible, donde la dureza de la realidad física ha sido reemplazada por una realidad transparente y fluida, pero más real porque toca el alma como manos que bendicen.
Finalmente la cena terminó y cuando Jasón miró la planilla y su costo, sintió que todo su mundo se desmoronaba. Sabía que no tenía suficiente dinero en su bolsillo para cubrir el precio; sin embargo, sacó la billetera esperando un milagro. Mientras tanto, Susana miraba cada uno de sus movimientos. Cuando se dio cuenta de que el dinero apenas alcanzaba para pagar el valor de la planilla, ella puso un billete de $5 como propina. La falta de cinco miserables dólares le echó a perder una noche casi perfecta y le hundió en un mundo oscuro donde su pobreza creció tanto hasta convertirse en cinco millones de dólares de vergüenza.
Aquella noche marcó el comienzo del fin de una fantástica historia de amor —la primera de su vida. De pronto, Susana ya no tenía tiempo disponible para él. Lo dejó con la misma facilidad con la que lo aceptó. Y cuando finalmente él comprendió que la había perdido para siempre, ese día murió y volvió a nacer, no como el muchacho de antes, sino como un hombre lleno de razonamiento.
Su último año de colegio está terminando. Hoy ha vuelto a la biblioteca a sentarse, sin premeditación, en el mismo lugar donde conoció a Susana. Al recordarla, aún siente que la quiere, y las imágenes de los momentos que pasaron juntos cruzan por su mente vívidas, alegres y felices. Al revivir momentáneamente el pasado, se siento agradecido por todo lo que ella trajo a su vida. Gracias a ella descubrió que la vida es sólo un sueño, un sueño que lleva por caminos anchos o angostos a diferentes mundos donde se encuentra experiencias que hacen ver la verdad de lo que somos y nuestra íntima relación con todo lo que existe.
Y con el entendimiento del hombre experimentado en que ha devenido, Jasón ve que la decisión de dejarlo que ella tuvo sirvió para que comprendiera que todo cambia, que nada es permanente, y que hay que aprender a aceptar las cosas como vienen cuando no es posible cambiarlas. Y vio que para conservar la armonía emocional, esa aceptación debe estar llena de comprensión, no de compasión sino de verdadero amor.

Texto agregado el 14-01-2004, y leído por 189 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
22-09-2004 super lindo, se nota que eres bueno, no pude para hasta terminar mil estrellaa para ti guaguita
 
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