Hoy de mañana, exactamente a las 08.00, entró en vigencia el CESE DE FUEGO.

Ambos bandos bajaron sus armas. El furor de la batalla brindó su lugar a la pacividad de las deliberaciones.

El tanque silenció su motor. El cañon dejó de escupir llamas. Los aviones apoyaron sus ruedas en tierra.

El soldado abrió los ojos, elevó su mirada y por primera vez en mucho tiempo descubrió el cielo. Hasta hoy una obscura nube de humo negro cubria todo la zona hasta donde la vista alcanzaba. El color celeste de una pureza sin igual se extiende llegando a todos los rincones de ambos lados.

Unos esperan la llegada de los acuerdos previcibles. Otros confian en una solución valedera por años.
A quienes ven en este lapso en la lucha como un signo de cobardia, e inclusive desean que la lucha continue para asi conseguir sus propósitos, por ellos considerados dignos y valederos.

No hubo, ni hay ni existirá una guerra Justificada!

La guerra es el idioma del odio, de la potencia, del fanatismo.

Pasan los años, los lugares cambian de nombre, los gobiernos relevan sus dirigentes, pero las víctimas no cambian y son ellas las únicas que pagan el precio a esa maldad que aun domina el mundo.


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