Estaba en frente de una pared blanca tenia las huellas de una mano ensangrentada que se deslizó horizontalmente, aquel contraste de blanco y rojo llamo profundamente mi atención y mas en una mañana nublada de domingo, donde las calles de la ciudad vacía, eran envidiadas por mi cabeza llena de tantas ideas y problemas, que tal vez solo existen allí; entonces solo para distraerme decidí seguirlas, ir tras la pista del dueño o dueña de aquellas marcas, me entusiasmo la idea de conocer la historia detrás de esa sangre.
Siguiendo el rastro rojo a través de la pared de aproximadamente 10 metros, me hallé junto a una escalera que descendía hacia un parque de frondosos arboles, reinaba tal silencio que se me erizaron todos los pelos del cuerpo, luego oí el estruendo de unos vidrios al romperse, mi corazón se aceleró y luego un terrible dolor de cabeza me hizo ver extraños colores y brillos, mis piernas se doblaron y mi cuerpo se desplomo rodando por las escaleras, que según calculan mis golpeadas costillas debía tener unos 25 escalones; pero después de reponerme de la caída me encontraba de nuevo frente a la pared blanca, pero ahora las marcas de las manos eran pequeñas como de niño y de color azul, camine temerosa, aunque imaginado que a lo mejor estaría soñando, ya me había pasado anteriormente esos sueños dentro de otros sueños, si eso era y nada más, así que bueno, de nuevo tras las manos azules y al final la misma escalera, aunque tal vez más larga, se repitió el ruido de vidrios rotos, rodé por las escaleras como en la primera ocasión y al abrir los ojos la pared blanca con huellas de manos negras se encontraba frente a mi, entonces corrí desesperadamente hacia la escalera, me adelante al ruido de los vidrios y pude ver arriba de las escaleras a una niña sosteniendo una botellas con liquido negro, luego el ruido de una ambulancia parecía sonar dentro de mi cabeza y a lo lejos unas voces decían se nos va.
De repente abrí los ojos y para mi disgusto la pared blanca estaba frente a mi, tan blanca y sin marcas, me acerque y puse mis manos donde vi las anteriores huellas, para descubrir al quitar mis manos que pintaba con ellas de rojo la pared, las deslice suavemente como imitando las que había visto antes.
Ahora en la cama del hospital podía recordar ese encuentro con el señor instalador de gas.
-Niña, que haces aquí?
-Pinto la odiosa pared blanca con mi sangre
- Pero no leíste los letreros de peligro, hay una fuga de gas.
Los doctores confirmaron las dudas del empleado del gas estaba, la niña encontrada en esa mañana de abril estaba intoxicada.
Solo que ahora mientras se desangraba producto de una puñalada, por intentarla robar, entendía que no fue de niña una alucinación, fue una premonición, por eso reía mientras pintaba la pared blanca, por fin descubría la historia detrás de las huellas de manos en la pared, era nada más que las suyas.
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