El despertar es lento. Uno primero intenta abrir los ojos, pero esto duele. Tus brazos, tu cuerpo, quietos durante eternidades, solo conocen el estado de vida latente, la quietud expectante del silencio y la semi muerte. El cerebro...los largos tentáculos de tus neuronas vibran en baja intensidad...esperando el cambio.
Intentas moverte, buscando una experiencia que modifique tus recientes estructuras. Siempre fuiste diferente y te lo hicieron saber con abandono y burla. Solapados a veces, descarados de vez en cuando.
Te mueves queriendo reconocer un lugar en el que nunca has estado. La libertad verdadera es distinta a lo que gozabas antes, en que la palabra libertad se relacionaba con el voto secreto y obligatorio.
Alrededor tuyo comienzan a crecer flores nuevas, de mejores colores, de olores distintos. El tiempo está dejando de ser los minutos que corren en un reloj y comienza a ser vida que sigue su rumbo. Vida real.
Mirar es no reconocer, sino aprender. Has dejado el caparazón viejo y tienes que fabricar algo nuevo, distinto. Que no sea caparazón, que sea radar, que sea red, que sea mano tendida hacia fuera y no defensa de loq ue viene.
Crecer, no es sentar cabeza, es aprender a mirar de nueva forma. Aprender a ver al otro como a un semejante, un giual distinto que mira y siente. Crecer es volver a ser un niño asombrado ante la expresión de vida de sus propias manos.
Cuando abrís los ojos la vida te conmueve y te llena de emociones vibrantes. A veces no son agradables. A veces te golpea la imagen del chico que vende flores, o el que aspira pegamento.
Abrí los ojos hermano, por favor, abrílos y no uses tus viejos filtros para evitar la verdad. La verdad es de muchos colores, hasta gris. Pero la experiencia de mirar es única. Disfrutala.