Esta historia habla de lo que a muchos les ha ocurrido y otros tantos esperan su turno.
Por supuesto, trata de una mujer y un hombre, amantes del corazón, del cuerpo y que en una sola alma se fusiono.
Ellos expiraban, he inhalaban el aliento.
De cada uno,… cuando sus bocas se rozaban.
Cuando sus alientos en el viento se encontraban.
Ambos, suspiraban cuando sus cuerpos transpiraban,
El sudor de uno,… era bebido por las pieles del otro.
Y en un solo torrente se mezclaban.
Sus pieles se embriagaban, el deseo,…
Los enajenaba,… y colmados los dos
Uno al lado del otro quedaba.
Mirando su reflejo, fijando su mirada
En la piel desnuda que su amante le brindaba,
Y penetrando su alma, en ella se ahogaba.
Ocultas en las sombras,
Ha escondidas, temerosas de perderse en la soledad,
Se entrelazaban en un suspiro.
Y tras el éxtasis de la caricia, que en un orgasmo provocaba,
Y que ha tientas en medio del limbo,
Se distinguían por el brillo del rabillo del ojo.
Cuando uno se alejaba, temiendo no regresar ha tiempo.
Para colmarse de caricias y besos, en sus escondite donde tantas promesas,
Oyeron los muros que apagados en murmullos, nadie jamás los comprenderá.
Cada gota de sangre, en el cuerpo
De ambos, sirvió para su sed apagar,
Su sed de caricias a diario, se desvanecía.
Con movimientos en frenesí.
Las manos fundidas en sus cuerpos,
No deseaban dejar de tocarse, de sentirse jamás.
No era pecado amarse con tanta pasión.
No fue prohibido su encuentro, porque el amor los incito.
No los juzgaron pues de su amor nadie jamás se entero.
Cierta ocasión uno de ellos.
La puerta escondida ya no la abrió.
Desesperado a sus lagrimas le rogó.
Qué lo buscasen, hasta encontrarlo, que lo hallasen,
Pues el corazón sangrante, moría por no sentir su latido
Por sentir que muerto desfallecía, al lado del camino el cual ya no pudo continuar.
Mirando al vacío, su mirada extraviada,
No encontró eco a sus plegarias, las cuales ahogadas,
Quedaron perdidas en la eternidad.
El paso del tiempo cubrió sus temores
La distancia del desencuentro,… su vida apago, su nostalgia callo
Todo lo bello que a su lado vivió.
Hoy la distancia, su agonía apago,… el tiempo su piel marchito.
La soledad el deseo por lo vivido le negó.
La sonrisa de su boca se apago.
Ya no humedece sus labios en el cuerpo
De su amante, que tanta excitación provoco.
Ya se olvido de los suspiros ahogados,
Por los orgasmos que experimento
Con su fiel amante, que un día,
No más la puerta abrió.
Y perdió en el tiempo toda esperanza,
De revivir en su escondite los murmullos
Que su alma también expulso….
Autor. Javier Guillen.
11 agosto 2006.
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