Me dirijo lentamente por el centro del desastre.
El cielo esta de manifiesto, adorando rosales.
Mis pies húmedos, fríos a raudales,
Cuerpo pestilente, brazos en sangre

Lengua agraciada en nicotina y en aire.
Volatilizo el humo, al desconocido creador de males.
Pienso en una canción predilecta, que mencione mi amante,
la recuerdo y escapan lagrimas estivales.

Me aborda en el agua la pena angustiada,
Tiemblan mis manos, me tumbo en la cama.
Consumo por completo el cigarrillo.
Ni ostia para alimentar el hambre que mi cuerpo reclama

Yo solo respiro, he intento descansar hasta mañana.
Cansar al dios divino, de estupefactas plegarias.
Rendirme extenuado ante la maldita venganza.
Cerrar mis ojos hasta la próxima esperanza,
Rendirme al infinito en su mágica velada.