Me dijo que no. Estaba hincado frente a él, había empleado mis trucos más hábiles para enamorarlo y me dio un “no”.
Debo confesar que al principio me sorprendió su repuesta, pero fue precisamente esa respuesta la que me hizo interesarme en él. Me levanté y le dije que no importaba, que sería paciente, me sonrió como un chico ilusionado, sé reconocer perfectamente esa sonrisa, la había visto ya en repetidas ocasiones. Salimos del motel, me acompañó a la Terminal, no podía dejar que aquella cita acabara allí, así que le propuse volver a verlo, en tres días…
Tres días eran suficientes para lograr que deseara verme, estaba seguro de que había movido cada fibra de su ser con mis palabras, sí, tres días sería suficientes para obtener un sí de sus labios...
Así llegó el tercer día, me dirigí a verlo, él ya estaba en la Terminal, ambos procuramos ser puntuales, había llovido, no había muchos lugares a los que pudiéramos ir sin que la nueva tormenta nos atrapara, pero él sabía de uno….
Eran unas ruinas, poco visitadas por cierto, comenzamos a caminar entre de ellas,
Nuestras ropas se iban secando, traté de acorralarlo, recordaba aún lo que habíamos dejado pendiente, sin embargo, me alejó y me pidió que mirara el cielo a través de unos orificios en el techo. Sí, se veía bien, nos detuvimos unos momentos y comenzamos a hablar, me preguntó de mi vida, inmediatamente inventé una, claro sin contradecir mis anteriores comentarios, tenía que ser muy cuidadoso, y así lo fui.
Recuerdo que me preguntó acerca de mi padre, ese era un tema del que no quería hablar. Él me hizo hacerlo. Terminé llorando, no es fácil recordar antiguos tiempos, tiempos malos y llenos de recuerdos que convirtieron mi vida en lo que ahora es.
{Mi padre era un hombre rico, pero ni todo el dinero del mundo le comprarían al hijo ideal, al “hijo normal”. Recuerdo que era apenas muy joven cuando acepté el hecho de ser homosexual y de igual forma se los hice saber. Mi confesión no buscaba causar dolor, es mas, ni siquiera tenía un propósito, de hecho sí, tenía el propósito de ser honesto con ellos. Como era de esperarse, mi padre levantó su mano contra mí tirándome al suelo de un sólo golpe, mi madre impidió que la pelea llegara más allá.
Esa vez volví a llorar como el niño que apenas unos años había dejado de ser, me encerré en mi cuarto y me quedé dormido. No era ni media noche cuando oí a alguien entrar a mi cuarto, rápidamente taparon mi boca y me sacaron de allí, era mi padre con dos de sus amigos ¿Qué pasó? Los tres me violaron, todos con la misma crueldad, o tal vez fue mi padre el que me lastimó más, no sólo el cuerpo, sino el alma.
Cuando desperté estaba en mi cuarto, las sábanas estaban manchadas con sangre, mi madre tocó a la puerta, no podía dejar que me viera así, no respondí. Me quedé ausente unos segundos y después…}
Entonces me besó, no me permitió terminar mi relato, si lo hubiera hecho, si me hubiera dejado terminar tal vez nuestros destinos no serían tan opuestos. Me detuvo con un sólo beso, pero ese fue el primer beso que sentí realmente en el alma. Y lo besé de igual forma, no quería que ese instante terminara. La lluvia cesó y con ella salimos de nuevo a la luz, quería seguir hablando con él, así que lo invité a comer. Justo antes de terminar nuestro encuentro se detuvo y me sostuvo del brazo, entonces dijo “acepto”.
Pero ya no quería que lo hiciera, al menos no así, tal vez comenzaba a interesarme, tal vez así era. Le sonreí y subí al autobús. De camino a casa pensaba cómo sería nuestra relación, quería que fuera única, dejé a todos mis “novios” a un lado, sólo me faltaba dar un paso y ese era hablar con la verdad, deshacer todas aquellas telarañas que había tejido…
Nuestro próximo encuentro sería en mi ciudad, justo un día después de su cumpleaños. Recuerdo que le envié muchas postales, nunca antes había escrito algo, o al menos algo para alguien a quien considerara especial, debo confesar que borré muchas sin siquiera dar oportunidad a que las viera.
Él llegó, pero no llegó solo, venía con un pequeño amigo, uno de cuatro patas, me encariñé con él. Estábamos solos, lo abracé, lo felicité y le di las gracias por dejarme compartir aquel instante conmigo. Me besó, fue un beso de ternura y pasión, lo deseaba más que nunca, quería realmente hacerlo mío, quería ser el único que tocara sus labios y profanara su cuerpo, lo desnudé y acaricié su cuerpo, su primera vez sería conmigo, y tal vez también sería la primera vez que yo hiciera el amor…
Terminó sobre mi cuerpo, quedó dormido, no intenté despertarlo. Cuando por fin lo hizo, estaba dispuesto a decirle la verdad, desde mi verdadero nombre, hasta cual fue mi interés inmediato el día que nos conocimos.
Sin embargo, en sus ojos vi amor, ilusión y yo causaba todo eso, no podía destrozarlo, sabía que no comprendería. En otra ocasión se lo diré…
Y así seguimos, nunca volvimos a hacer el amor porque esperaba que lo hiciéramos nuevamente después que él supiera la verdad, pero yo jamás se la dije, él la averiguó.
Fue la mentira más larga en cuestión de tiempo, fueron dos años en los que compartimos nuestras vidas, bueno, la suya y la que yo le inventaba cada día. Nunca supe cómo terminarla, pero lo intenté, realmente lo hice.
Mi trabajo y su ingreso a la universidad hicieron que nuestra relación cambiara drásticamente, apenas podíamos vernos, mis celos crecieron, no soportaba la idea de que pudiera estar con otro, que lo tocaran, que lo miraran siquiera, él era sólo mío.
En esos días comencé a recibir correspondencia de una de mis antiguas conquistas, yo no tenía a mi novio cerca, no le vi nada de malo llevar algo leve con este nuevo compañero, pero él se aferró a mí, dijo que me amaba, que no lo dejara. Por obvias razones nunca le mencioné que tenía novio, no obstante lo descubrió. Había cavado la tumba de mi corazón, sólo faltaba enterrarlo.
Antes que mi novio lo supiera, decidí terminar con él. Le dije que había encontrado a alguien más y que siguiera su vida ¿Por qué lo hice? Para no lastimarlo con verdades que le oculté por mucho, pensé que lo mejor era no dar explicaciones.
Pero me buscó, lo hizo por mucho tiempo, me dolía verlo hacer sin resultado, toda mi identidad frente a él era falsa, jamás daría conmigo, así que yo decidí dar con él. Hicimos una cita para fin de mes, necesitaba pensar qué le diría y cómo podría causarle menos dolor.
Todo fue en balde, no era ni fin de mes cuando lo busqué para hablar. Ya lo sabía, mi compañero de cama lo encontró antes que yo y se lo dijo todo, hasta el más sucio detalle. Hubiese preferido que me abofeteara, que me maldijera, pero no lo hizo.
Entonces me dijo:
-Quiero hablar de nosotros, pero ya no hay un “nosotros” ¿o sì?
-No, ya no.-Se me partió el alma cuando le dije eso.
- Aún me amas
Sí, te amo con toda mi alma, pero todo esto fue entre mí, al él sólo le dije:
-No, ya no, de hecho nunca te amé, ya te lo dijeron no, y ya, te acompaño a la Terminal ya vete.
-No me quiero ir…
-No me armes un numerito aquí, vamos a la Terminal.
Cuando estábamos allí le dije:
-Es la última vez que nos vamos a ver, cuídate y pórtate bien.
-¿Puedo decirte algo?
-Pero apúrate que tengo cosas que hacer.
Se quedó callado y entonces argumenté algo haciendo alusión a un fragmento que él me había escrito:
-¿Cuántos ángeles han pasado?
-Te acuerdas cuando nos conocimos, cuando nos besamos por primera vez…Sabes, no me importa lo que me hayan dicho de ti… Te amo, en verdad te amo…
Lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, no podía creer que alguien me pudiera llegar a querer en esa forma, pero yo le había fallado y no sólo una vez, lo engañé en todas las formas que un hombre puede ser engañado, engañé a la persona que más amo y tal vez a la única que llegue a amar con tal intensidad.
Sequé mis lágrimas antes que me mirara a los ojos, me reí irónicamente de lo que decía y al final le dije:
-¿Eso es todo? ¿Ya acabaste tu show? ¿o quieres que aplauda y llore?
-No, sólo quería que me dejaras ver por última vez a la persona que amo, la que me amaba.
-¿Y de qué te serviría eso si ya te dije que todo fue una mentira?
-Entonces déjame vivir por última vez esa mentira.
-Ya me hiciste perder mucho tiempo, sabes qué, adiós.
Me alejé esperando que él también lo hiciera, pensé que tomaría el autobús y regresaría a su casa, pero no lo hizo, me regresé y le pregunté qué quería, le dije que ya nos habíamos dicho todo, que continuara su vida, que yo ya había continuado la mía con alguien distinto, entonces me dijo:
-Se te hace tarde, ya no pierdas el tiempo conmigo.
Quise abrazarlo, no me habría importa que hubiese gente presente. Lo habría hecho si hubiera encontrado el valor, después de todo, como me lo dijo una vez, sólo soy un cobarde jugando el papel de valiente.
Se paró firme, me miró con desprecio, nunca me había dolido tanto una mirada como aquella tarde me dolió la suya, me dio la mano como el primer día, me llamó por el nombre que yo le había inventado a pesar de ya conocer el verdadero y me dijo.
-Fue un placer conocerte. Gracias por demostrarme que los sueños existen y de igual forma gracias por mostrarme la diferencia entre ellos y la realidad.
Compró su boleto y me quedé parado allí, hasta verlo subir y desaparecer a la distancia, ¿Que si lo intenté detener? Me mantuve cruzado de brazos tratando de contenerme para no ir tras de él, mi mirada era neutra, pero cuando lo vi a través de la ventanilla un impulso me llevó a mover mi mano en un intento de pedirle que regresara, intento que solo se convirtió en una tenue señal de despedida.
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