Cuando era joven, por allá en 1942, conocí alguien muy especial: su nombre Amelie.
Siempre me gustó; había algo en ella que me embrujaba no sé si eran sus profundos ojos celestes o su voz calida y serena que me daba animo para seguir aguantando esta terrible guerra en la que se encontraba sumergido el mundo.
Sí, así como lo están imaginando yo era militar; un militar que servía fielmente a su patria, dispuesto a dar la vida por ella. qué cabo de decir, ¿dar la vida?
La vida, ¿qué es la vida? Un tiempo en el que se sufre, se goza, se rie y llora.
Bueno volviendo al tema de dar la vida, ¿sería capaz de dar la vida por mi amada Inglaterra o por Amelie? Al parecer la balanza se inclina hacia la hermosa mujer francesa.
Recuerdo el día en que la conocí una tarde de Julio; las bombas me ensordecian, lo poco que escuchaba era los gritos desesperados de los heridos que me demostraban una vez más la crudeza de la situación. En medio de todo esto estaba ella, la gran enfermera, la persona que con su sonrisa hacia olvidar el dolor; y yo el gran Capitan Alexander Hunt quejandome por un simple dolor abdominal.
Amelie me atendió con elegancia y amabilidad, una sonrisa y mi dolor había calmado.
Durante un tiempo Am y yo estuvimos juntos; vivimos cosas maravillosas, hasta pensé que cuando todo esto acabara le pediría que fuera mi esposa.
Pero no fue así, fui trasladado a un campo muy lejano. Hasta ese momento la ví. Dejarla fue doloroso; pero mi país era lo más importante en ese momento.
Lo último que supe de ella fue que volvió a su país y contrajo matrimonio. Al saber esto sólo quería acabar con mi vida; la única persona a la que había amado estaba casada...y era yo quien debía desposarla; cosa que no ocurrio por ese ridículo deber militar.
Durante años me dedique a vivir la vida, si es que puede llamarse así. Andaba de cama en cama, de casa en casa buscando alguien que me hiciera olvidar el amargo y doloroso sentimiento que viví al saber lo de Amelie.
Toda la vida me he cuestionado la razón por la que acepte ese traslado.
Así pasé mi vida hasta que me case, tuve un hijo y todo eso; pero el recuerdo de Amelie estaba ahí, en reposo, esperando el día que todo volviera a estallar.
Ese día fue hoy.
Acaba de llegar una carta a mis manos; una carta cuyo remitente no es conocido. La abrí con prisa, encontre una nota que decía cuanto me habían amado, todo lo que vivió y sufrió por culpa de un amor perdido.
Al final había una frase que me ha hecho sufrir lo impensable e inimaginable:
"Esta carta la leerás porque he muerto y no sufriré más por no haber estado contigo"
Con todo mi amor
Amelie. |