Mojas de sal tu oso almohada,
lo apretas fuerte contra tu cara,
no lo dejas escapar,
no quieres que el tambien se vaya,
y no se irá,
cuida tus lagrimas,
le hiere su sal.
Miras al cielo y sientes rabia,
de amar,
no ser amada;
quizá no es amor,
sólo una palabra,
un te quiero,
algo lleno pero vacio,
roto y olvidado,
por un tonto no decidido.
No quieres que te vean llorar,
te quedas callada,
tu mirada en otro planeta,
en los recuerdos,
en la nada.
Y te preguntas las repsuestas,
palabras no dichas,
no concretas,
temes de su silencio niña de arroz,
te hieren sus nosé;
indecision.
Pero no lo odias, vive en tu alma...
Niña de arroz, desperdiciada. |