PARA TI.
Ya se quién soy y a que vine a éste mundo. No llegué para adornar una familia, vine a ser tu hija, tu hermana, tu esposa, tu madre, tu amiga, tu maestra y no estoy de más. No soy tan importante como la presidenta, pero es posible que ella no pueda darte el abrazo que yo te doy; no habré inventado la tecnología, pero puedo disfrutarla y mandarte ese correo que te hace sonreír. Estoy de paso, no soy imprescindible, pero cuando me vaya, en un lugarcito de tu corazón estará grabado mi nombre.
No soy una modelo, en mi rostro se observa el camino recorrido y en mis arrugas puedo ver todo lo que he aprendido, lo que he ganado y lo que he perdido; pero he crecido y aunque me ha tomado mucho tiempo darme cuenta de quien soy, hoy me siento contenta, tranquila; mas aun, sabiendo que todavía tengo tiempo, energía y ganas para seguir creciendo.
Soy una mujer común, con aspiraciones comunes, que no tiene que ser perfecta, sólo ser una mujer como tantas otras, que ha dejado su huella en el camino, igual que otras; que formó una familia, que educó en valores y conocimiento a muchos niños y jóvenes, que acompañó a su madre y hermanos dentro de lo que pudo, que se ríe estrepitosamente con tu alegría o es capaz de llorar en forma escandalosa con tu pena. Eso soy, una mujer como tantas otras que viven en éste universo, la única diferencia con ellas, es que mi nombre quedó en “tú” corazón.
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