Hice las camas... no debería haberlo hecho, por que estaba en un hotel de vacaciones con mi hija y para eso tienen a unas señoras estupendas que trabajan en ello, pero es que mire mi habitación y estaba hecha un desastre.
La noche anterior ninguna de las dos quisimos ir a cenar fuera, estábamos demasiado cansadas y teníamos los pies doloridos, así que al pasar por delante de un chino compramos comida para llevar, era la primera vez que ella comía con los palillos, arroz nada menos, aprendió rápido, pero mientras aprendía o no, digamos que algunos gramos no entraron en su boca y aparecieron sobre la colcha, la sacudimos antes de que se metiera en la cama a dormir, pero está claro que por la mañana el suelo amaneció cubierto de arroz, nuestra ropa sucia estaba tirada por el mismo sitio, los zapatos también y las toallas de la ducha por supuesto imitaban al resto de nuestras cosas. No podía salir de la habitación y dejar que la señora que estaba empujando un carro de limpieza por mi pasillo y con la que me había cruzado cuando íbamos a desayunar, pensase que éramos unas guarras ¡hasta hay podríamos llegar!.
Definitivamente me decidí a recoger todo aquello, estire las camas, doble la ropa sucia, la coloque en una estantería del armario, quite los zapatos del medio y puse las toallas húmedas en el baño, lo peor fue recoger los granos de arroz del suelo, había un montón, me pareció en aquel momento una buena idea deslizarme sigilosamente al cuartillo donde la señora de la limpieza guarda las cosas y que estaba justo al lado de mi habitación, antes había visto que estaba abierto y entre el monton de estanterias con, toallas, sabanas limpias, alguna almohada, mantas, productos de limpieza y todos esos detalles para los clientes, que los hoteles medio decentes te dejan en las habitaciones, como jaboncillos, papel con membrete del hotel, esos botecitos tan monos de gel, había por supuesto una escoba, era lo único que yo necesita.
Asome la cabeza con cuidado de que nadie me viera, mire a un lado y a otro (me sentía como una espía en una misión importante), di dos pasos dentro del cuartillo, estire la mano y alcance la escoba, la metí rápido en la habitación y barrí todo el arroz tres delicias que había por el suelo, un folio con membrete del hotel me servio de recogedor, todo estaba perfecto me sentía orgullosa, aquella señora que dicho sea de paso tenia un aspecto muy serio, no podría decir que éramos unas marranas.
Era el momento de devolver la escoba a su sitio, así que repetí mi discreta operación de espionaje y volví a introducirme furtivamente en el cuartillo de la limpieza, deje la escoba en el mismo sitio que estaba antes y retome el camino a mi habitación cual no fue mi mala suerte que cuando justo en el momento que yo tenia un pie fuera y otro dentro la señora de la limpieza doblaba la esquina del pasillo, me pillo, no podía saber exactamente haciendo qué, la cara de sorpresa de la mujer fue un poema y a mí el momento me obligo a meterme en mi habitación de un salto, ella no me dijo nada y yo encontré estúpido salir de nuevo de mi habitación a explicarle lo que estaba haciendo en su territorio.
Lo tengo claro, ¡JODERRRRRRRR! desde luego no quede en el hotel como una guarra pero eso sí, quede como una LADRONA de jaboncillos. ¡LA ULTIMA VEZ! ¡LA ULTIMA! ¡LA ULTIMA!
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