En estos tiempos que corren, en los cuales los robos se han acrecentado en las casas y el crimen se ha profesionalizado, es cuando pienso en este salmo. Mi señora quiere comprarse un arma porque tiene mucho miedo de esta situación, y yo estuve un buen rato diciéndole lo peligroso que es para una familia tener un arma de fuego al interior de ésta. Ella teme que nos hagan daño y yo le dije que el que confía en Dios nada debe temer, aunque pase lo peor Dios no se mantiene indiferente y su justicia está más cerca que la de los hombres. En Estados Unidos muchísima gente posee un arma, pues son muy recelosos del entorno y todo lo consideran una amenaza. Aunque ellos se sienten protegidos, las estadísticas dicen que los norteamericanos tienen grandes índices de muerte por armas de fuego y no producto de robos, sino de violencia intrafamiliar o mal manejo por parte de infantes.
También siento una gran impotencia que lleguen unos desgraciados y te quiten lo que te costó ganar, sino que puedan atentar contra la vida y salud de los que más queremos. Sin embargo, eso no me justifica para matar, porque quien mata, incluso en defensa propia, se hace responsable de la vida que tomó. Sé que es un tema difícil de tragar y que muchos, si no la mayoría, difiera de mi pensamiento de no agresión, pero eso no significa que el matar a alguien no te marque para el resto de tus días y no soluciona el problema de fondo: ¿Por qué se roba, siendo que no somos un país en que la gente se muera de hambre? Debemos entender dónde se origina el problema y atacar eso en consecuencia.
¿Los jóvenes caen en la droga y eso los impulsa a actuar así? ¿El odio y resentimiento de los que nunca surgen y se mantienen en esferas marginales les impulsa a actuar así? Cualquiera que sea la posible causa yo tiendo a pensar que el origen de todo mal está en la falta de amor. No solamente hay que curar a las familias de los maleantes, ni educar, ni asistir, ni ejercer promoción de los bajos estratos, sino que hay que cambiar la propia actitud de ‘burbuja’ e interesarse en lo que siente y piensa el otro, actuando en consecuencia. Ser ‘cristiano’ es ser otro Cristo que ama al desamparado, al desalentado, al solitario, al desilusionado, al otro Cristo que cuesta ver en quienes consideramos una amenaza inminente.
Sólo amando vamos a cambiar al mundo. |