margarita zamudio

LA ENCRUCIJADA

Toda su vida fue una continua encrucijada. Los cruces de caminos asediaron la elección de pretendientes, estudios, empleos y matrimonio. Unas veces elegía bien, pero otras erraba. En muchas ocasiones desanduvo lo andado y pudo remediar su error, pero éste último lo pagó muy caro. Se casó con el hombre equivocado. Al principio, como siempre, y ante la disyuntiva de separarse y buscarse la vida, sola y con cuatro hijos, optó por quedarse, por ellos.

Ahora, cuando los hijos ya habían abandonado el nido, cuando los nietos empezaban a alegrar su soledad, un nuevo cruce de caminos se le puso de pronto ante sus ojos: la posibilidad de un divorcio. Se lo dijo al marido, y éste no puso ningún reparo, cosa que no le sorprendió, pues ya sabía ella de su doble vida.

Una vez que pasaron los líos de papeles, discusiones y abogados, vino una calma, unas vacaciones y un dedicarse a muchas cosas a las que antes, por sus obligaciones, le fue imposible. Aunque ya no era joven, todavía guardaba bríos para divertirse, bailar, hacer cruceros y jugar de vez en cuando con sus nietos. Pero en uno de esos viajes, se le plantó delante la encrucijada más difícil de su vida: un hombre más joven que ella. Todo fue bien, pero ni él podía dejar su país, ni ella se atrevía a dejar el suyo. Un enorme océano los separaba. Él tenía un trabajo que no podía abandonar, y ella una casa, unos hijos y unos nietos.

Los dos caminos eran bellos y atrayentes. No era capaz de decidirse. Rezó a todos los santos. Pidió consejos, pero éstos eran contradictorios. Trataba de bucear en su conciencia si lo que la arrastrara a un lado era su amor de madre o abuela, o simplemente el sentido del deber, si lo que le arrastraba del otro, por el contrario, era el afán de una aventura, el amor del que nunca disfrutó o la ilusión de ser joven de nuevo.

Y en ello estaba, pensativa mientras tomaba el sol en una playa exótica, cuando llegó la enorme ola…


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Chiche

Encrucijada

A quinientos metros ,un arroyo, pasto para los caballos, una pequeña y frondosa arboleda.
Un lugar para descansar y trabajar.
La caravana a San Francisco.Con las familias y sus sueños.
San Francisco.
Detras de esa enormes montañas.

Tenian dos caminos.
La llanura, donde los salvajes.No habria piedad para ellos.
Del otro lado Jim
El que llevaba una vida sin estrellas,sin noches,sin futuro
El que los esperaba,con sus asesinos a cuestas,detrás de esas rocas rojas,encendidas por el sol de Nevada.

Llegaron las últimas carretas.
Los hombres se apearon , les habia llegado el descanso.
-Nadie podrá cruzar esas montañas sin el permiso de Jim-dijo Job.
-Y que les podríamos ofrecer a cambio,dinero no tenemos,las raciones son escasas-dijo Joe.
-No lo sabes acaso,? Replicó guiñando un ojo Robert,el guía:
-Las mujeres pues,las mujeres!
-Tú parásito buscahoyos,cállate!- Replicaron desde adentro de una carreta.y Tom, bajándose de un salto aferró al guía de un brazo y lo lanzó al piso, brutalmente.
El otro se quedó quieto.
-No vamos a ir a ningun lado-dijo Tom.
-Miren esos árboles,ese arroyo.
-Levantaremos nuetros hogares aquí.
-Y si el Señor nos protege,esto se convertirá en una llanura interminable.¿A que ir a San Francisco?.¿Quién nos manda cruzar esas montanas,esas llanuras,con la muerte siguiéndonos?-y señaló el espacio vacío,siniestro.



-Le diremos a él.
Giró y miró las montañas.
-Hey Jim-
-Aquí estamos y aquí nos quedaremos,sabes?.Dios así lo quiere.Formaremos un pueblo,y construiremos una iglesia , tendremos casa y comida para todos si trabajamos duro.
-Unete a nosotros,tú y los tuyos,y seréis perdonados,respetados y protegidos y no tendréis que huir mas de nadie.

Se hizo un silencio absoluto,recortado por la montaña,dura y hostil.

Un polvillo rojizo se levanto detrás de unas rocas.

Un sonido seco,breve.
Un agujero pequeño.
Y Tom que cae al suelo.
Alguien que se apiada de él y le moja los labios con agua .
Y la voz de Tom que repetía,moribundo:
-Ya los veo a lo lejos.Míralos,qué contentos. Nos quedaremos aquí,no has oído los tiros de bienvenida?

Lo que se oyó,fué,al poco tiempo,la voz de Job:

-Arre,a la llanura!

Y el llanto de una joven viuda.