CRUCE DE CAMINOS
“Igual que pan que alimentase el cuerpo
de materia celeste”
J. Á. Valente. MEMORIA- FRAGMENTOS...

Nos cruzamos a menudo
al doblar una esquina.
Él, con su cara medio baja,
medio ladeada,
me pide un cigarrillo.
No hay palabras en su boca,
sí un aleteo de párpados
que me asoman a mares de esmeralda
y lluvia solitaria.

-Bueno. Te lo daré...
si me dices tu nombre”.

Se queda manso frente a mí,
quieto como agua de un estanque,
y aguarda albores imposibles
sobre las baldosas del suelo.


Ya alza el verdor de su mirada,
nunca hasta ahora tan erguida.
Tímidos me afrontan sus ojos,
lago incólume que me funde.
Se eterniza el instante...
hasta que reclama la espera.
Me recompongo
y sacudo la cabeza en un gesto
que dice no.

Silencio sobre silencio
permanecemos frente a frente
propio paisaje que no tiene prisa.

Acuden movimientos a su boca,
como extraídos con roldana
de un pozo remoto y profundo.

Llega apenas audible una palabra:

- Pedro.

La recibo en presente.
Joya de invaluable tesoro.
Titila unos segundos en que
la notas alumbrando rutas nuevas
por la mirada.

Estrella fugaz cae al vacío.
Caen sonidos de motor
que me traen de vuelta.
Busco en la bolsa,
le doy el cigarrillo,
se lo enciendo.

Amables, pequeños, inmensos orbes
a la par revelan mundos opuestos
y los mismos, en la retina.
El no y el si en un instante.

Y partimos una vez más,
opuestos los caminos,
cada uno por su lado.