De verdad que necesitaba unas vacaciones...
Las espere como un niño espera el timbre de el recreo.
El avión, la turbulencia, el triste lunch y finalmente éstaba ahí...
La capital, me sentí una pueblerina ante tremendo aeropuerto, gente por todas partes, allá nadie se saluda, ni se sonrie, todos corren a prisa.
Mientras caminaba llena de asombro, más de tres veces mis hombros chocaron con otras personas...
Gracias a Dios encontre un letrero en grande que decia mi nombre, "Brenda Querida, bienvenida a la ciudad" la primera cara amistosa desde que baje del avión...
Llegue al departamento de mi prima del que salí huyendo 16 años atrás, por culpa de una terrorífica historia, pues el gran ventanal de su sala tiene una maravillosa y pacífica vista al cementerio.
A mis 28 años me creía madura y segura de que esa imagen de el pasado había quedado atrás, más sin embargo en toda mi estadía en ese lugar, jamás baje las escaleras sola, ni pase a una habitaciòn sin gente.
Conocí el centro de la ciudad de el que guardaré un eterno recuerdo, pues... en un instante arrebataron mi bolsa, de mis manos.
Después fuimos a un enorme centro comercial al que las nuevas generaciones llaman: mall.
que con su mala pronunciación le dicen EL MOL.
Me compré unos hermosos zapatos que salieron en una fortuna, pero me dije -¡no importa! me los merezco-
Pero dos días después tlaloc el dios de la lluvia estrenó mis zapatos con tremendo aguacero a diez cuadras de el estacionamiento.
Al quinto día de mis vacaciones, ya cansada de el trafíco y de tanta gente, pense que sería buena idea ir al cine, ahí me siento como en casa...
Me enamore,
de unas palomitas de caramelo que en mi vida había probado, y entonces me sentí más feliz de haber escogido la cuidad como un lugar vacacional.
A la salida de el cine fuimos a un bar que parecía bodega de niños ricos, le di cien pesos al cantinero y le pedí una cerveza y durante 4 horas no paro de llenar mi vaso,y todo lo que hize fue beber, bailar, cantar y ser feliz.
El sexto día de mis vacaciones lo pase de la cama al baño y viceversa.
Septimo y último día en la cuidad, llovió y granizó, la temperatura bajo hasta 9 grados, por el ventanal
podía observar el cementerio lleno de niebla y extrañe mi casa, el calor, la playa, pero sobre todo mi cama.
El vuelo de regreso fue más placentero, regrese con ganas de todo y sobre todo con ganas de trabajar para mis proximas vacaciones. |