el primer acto de un guión pensado para cine...
Pos eso.
ESCENA 1 – El despertar
ARTURO despierta, sumamente borracho, tirado en el living de su departamento. Se levanta
lentamente. Muy a lo lejos, se escucha el último suspiro leve de una sirena.
ARTURO: ¿Qué pasó acá? Tengo sangre en la boca, ¿por qué? y en la mano también.
**FLASHBACK: Una imagen aparece, muy efímera, de la pelea entre LEANDRO y ARTURO.
ARTURO se toma la cabeza como quien sufre de migrañas.
ARTURO: Tomé mucho anoche, eso lo tengo claro. ¡Bah! ¡Que hace el bolso de ese huevón acá!
ARTURO patea el bolso lejos, que atraviesa un enorme forado en el ventanal, del que ARTURO
no se ha enterado, para luego caer varios pisos. ARTURO abandona el departamento, La imagen
del ventanal permanece.
ESCENA 2 – Arturo y su historia
Primavera, ya entrada la tarde, y entre las flores que caen y se mecen en el viento emerge
la escena; un hombre joven vestido como si fuera invierno, de boina y de abrigo. A medida
que Arturo habla se suceden las imágenes y los sonidos de la primavera, que le rodean.
ARTURO(narrando): Es Primavera. la primavera no hace otra cosa que contrastar con el otoño
que tengo adentro; hoydía para mí todas las flores parecen hojas muertas, las risas de los
niños que salen a jugar después del invierno largo y aburrido, que pasaron encerrados en las
casas, me parecen insoportables. Todavía no puedo creerme todo esto, mejor me acostumbro,
por que hay cosas que son completamente irreversibles, y eso es lo que más me aterra.
Arroja el pucho lejos, con desidia, para sacar otro de la cajeta blanda y encenderlo
inmediatamente, fumando como quien no quiere.
ARTURO: (suspirando) Si el lunes hubiera tenido que hacer una lista de cosas imposibles que
no podrían pasar, lo que pasó esta semana habría estado en el tope de la lista.
La imagen se disuelve
ESCENA 3 – El regreso de Alessandra
(ARTURO y LEANDRO conversan. Luego entra ALESSANDRA)
Todo negro
ARTURO(lejano): Todo empezó como un día normal; eso es lo peor. Cuando pasan estas cosas,
nunca avisan.
ARTURO: Buena, perrito, que tal Argentina
LEANDRO: Ni me digai, compadre, horrible. Estuve los tres días trabajando, mira que con cue
’a alcancé a salir con la Ale a tomarme un trago el ultimo día.
ARTURO: Ah, te la pillaste.
La imagen se aclara, están los dos en una habitación pequeña, conversan sentados en la cama,
como amigos de toda la vida
LEANDRO: Sí, pero como no tuve casi tiempo libre…
ARTURO: ‘ta que lata… y te sirvió?
LEANDRO: Yo cacho. Hice buenos contactos y la presentación tuvo buena acogida, así que hay
que ver que pasa nomás. El unico que como siempre guatió fue el pelao Arancibia.
ARTURO: ¿Quién?
LEANDRO: El pelao Arancibia, po’, el chato que el otro dia vino a buscar unos papeles.
Flaco, como con cara de gato el loco.
ARTURO: Pelao, ¿no?
LEANDRO: (divertido) No; el pelao arancibia tiene la media melena, por eso le decimos pelao.
ARTURO: ah, puede ser…
Ríen
ARTURO: Te va a ir bien, huevon, no te preocupes. ¿Oye y lo que te encargué?
LEANDRO: Acá está. Cigarros, ropa, y un ron. No te pude encontrar el libro eso si, con lo
ocupado que anduve.
ARTURO: No te preocupes. Ya, abramos el Roncito.
Alessandra, en el ascensor, marca el 11, se baja y entra en el departamento 114.
ARTURO: Amor! Como estás. Se abrazan. Alessandra y Leandro cruzan miradas.
ALESSANDRA: ¡Hola! Bien, ¿y ustedes?
LEANDRO: Bien Bien. Como va?
ARTURO (lejano): Bien y ustedes, ¿cachai? ¡y ustedes! Yo soy el pololo, llevo con ella
cuatro años, llevabamos viviendo juntos desde el año pasado, huevon… ¡Bien y ustedes! Ni un
beso, como estás mi amor, nada. Mina de mierda.
ARTURO: Acá ¿Cómo estaba doña Clara?
ALESSANDRA (sin soltar la mirada de LEANDRO): ¿Mi Nona? Bien.
ARTURO: ¿No tenía neumonía?
ALESSANDRA: ¿ah? Si, Pero ya se sentía mejor.
LEANDRO: Seguro se alegró tanto de verte que se mejoró sola. Ustedes saben que la salud
depende mucho del ánimo… Alguien puede morirse de pura pena sin estar enfermo de nada.
ARTURO(lejano): Claro… algo sospechaba yo, pero supongo que nunca me atreví a admitir que
tenía sospechas. Leandro, después de todo, era mi mejor amigo, y lo había sido toda mi vida.
ARTURO: Demás po.
LEANDRO: Ya oye, yo me voy. Tengo que levantarme temprano mañana. Cuídense, rico verte Ale.
ALESSANDRA: Igual, buenas noches.
La Escena se disuelve
ESCENA 4 – Una roncola
(ARTURO narrando)
Ya es de noche. ARTURO se limpia las lágrimas y empieza a caminar, muy lentamente, hacia el
otro lado de la calle. Música nostálgica y cadenciosa. Una tristeza profunda lo envuelve y
pareciera que camina por la ciudad sin tocarla, en un andar diáfano, como un fantasma, de
alguna forma al margen de la velocidad de lo urbano. Durante un momento ARTURO desaparece de
la imagen, dejando sólo la calle, las luces de los autos como relámpagos, y al fondo, una
constelación de ventanas. La imagen regresa, ARTURO entra en un bar.
MOZO: Que le sirvo.
ARTURO: Una roncola, porfavor.
El mozo se aleja. Arturo parece recordar algo y luego levanta el brazo.
ARTURO: Disculpe, mejor el combinado con pisco, no quiero ron.
MOZO (en voz baja): puta, cabro huevon, decidete.
ARTURO: ¿Ah?
MOZO: Nada, nada.
ARTURO (en voz baja): andate a la cresta.
Permanece quieto, mirando hacia la nada
ARTURO (lejano): No quiero tomarme una roncola… roncola tomé como diez años, con el Leandro.
Antes, cuando eramos amigos, antes de que pasara (deja de hablar un momento, luego continúa)
todo lo que pasó. (se suceden imágenes de LEANDRO y ARTURO carreteando juntos, jugando a la
pelota, caminando, etcétera)
Llega el trago, Arturo se lo toma.
ARTURO (lejano): ¡Pero él se lo buscó! Puta el huevón conchesumadre, huevon, osea, eso no se
hace. Eso no se le hace a los amigos. En una de esas el ya no pensaba en mí como su amigo…
ya no importa. Además, no fue mi culpa. Él se lo buscó.
ARTURO, en la rabia, tira el vaso que se hace añicos contra la muralla del local, deja una
plata en la mesa y se va. La escena se desvanece sobre los pedazos de vidrio.
ESCENA 5 – La traición develada
(ARTURO y ALESSANDRA desnudos en la cama.)
La habitación silenciosa y oscura de ARTURO y ALESSANDRA. Yacen sudados y desnudos sobre el
lecho. ARTURO no lo ha notado, pero el maquillaje del rostro de su compañera está corrido
por las lágrimas.
ARTURO (lejano): Aunque habíamos hecho el amor esa noche, algo me molestaba. Como si una
secreta intuición de la historia que habría de desenvolverse en el futuro me anduviera
persiguiendo. No había podido dejar de pensar en que Alessandra parecía distraída, como si
constantemente estuviese preocupada por algo de lo que yo no tenía ningún conocimiento.
Alessandra se levanta y sale del dormitorio.
ARTURO: (lejano): Decidí hacerme el dormido cuando Alessandra se levantó de la cama, como
siempre lo hago. Después de hacer el amor siempre me viene una extraña y espesa sensación de
calma y de sueño, de la que no me dan ganas de despertar nunca.
Suena la cadena del baño; mientras ARTURO habla, ALESSANDRA busca algo, encuentra un pedazo
de papel con un número de teléfono y llora en silencio.
ARTURO (lejano): Que agradable era sentirse amado, dormir con una mina preciosa como la Ale
todos los días. Que agradable era nada más quedarse ahí tirado, abrigado e impregnado del
olor de su cuerpo. Pensé que quizás me estaba pasando rollos, que lo más probable es que
nada más estuviera cansada del viaje, el jet lag o algo, que se yo. Pensé que quizás era
otro de mis poco saludables ataques de celos.
ALESSANDRA comienza a marcar el número en el teléfono y luego corta, comienza a marcarlo de
nuevo y de nuevo corta, como no animándose a llamar.
ARTURO (lejano): Sin embargo, esa noche me levanté. Aún no sé por qué.
ARTURO se perfila en el umbral de la puerta, en primer plano está ALESSANDRA finalmente
logrando armarse de valor y llamar.
ALESSANDRA (susurrando): Leandro (…) Disculpa que te llame tan(…) Con pena poh. Oye, Tengo
que hablar contigo (…) Si, si sé (…) (…) (…) tienes razón (…) ¡No! (…) ¡Ay!, no sé (…) Ahá
(…) Ya, pero escúchame (…) Te llamo para pedirte, por favor, que me dejes hablar con él
primero (…) Sí (…) Por eso, dejame decirle yo, por que (…) Pero es que, Leandro (…) La
verdad, po’, lo que (…) Que, que, que hicimos el amor, Leandro. Que en Mendoza, ebrios,
hicimos el amor. (…) No sé (…) ¡No sé, no sé! Depende de cómo él reaccione (…) Perdóname,
pero es que a él también lo amo, Leandro (…) ¡No sé! ¡No sé nada todavía! Después hablamos
de eso si quieres, pero por ahora, necesito que no le digas nada (…) Nopo, dejame decirle yo
primero. Después (…) Sí, quizás sea lo mejor (…) Pero necesito tiempo, necesito estar sola
unos días (…)Mejor (…) ¡Que hicimos el amor por que nos habíamos enamorado!, que estamos
enamorados, ¿ya?, pero no me hagas decirlo, que está durmiendo en la otra pieza, Leandro,
por la mierda. (…) Ya (…) yo también (…) Chau.
ALESSANDRA llora sentada frente al teléfono, en silencio. ARTURO se acuesta. ALESSANDRA se
lava la cara antes de meterse en la cama. Esa noche ninguno de los dos duerme, los dos pasan
la noche de espaldas al otro.
ARTURO (lejano): No sé por qué, pero toda esa noche tuve muchísimo miedo de que ella de
alguna manera supiera que yo había estado escuchando.
ESCENA 6 – Arturo y el Ciego
ARTURO camina por la calle helada, es muy de madrugada, esa hora donde el mundo parece
cubierto por una cierta capa blancoazulada. Mientras habla, pareciese que en la ciudad fuera
él la única persona que camina.
ARTURO (lejano): Lo que había escuchado.
Las calles comienzan a llenarse de parejas caminando de la mano, de grupos de amigos
conversando alegremente, pero nadie, a excepción de ARTURO camina sólo.
ARTURO (lejano): La Ale se había ido, a ver a una tía a Linares, me había dicho. No le creí
ni hueva, claro, pero no le dije nada.
Un ciego que pide limosna en la calle interrumpe.
CIEGO: Buenas tardes, caballero, ¿lo molesto con una moneda?
El CIEGO habla de manera correctísima, casi de forma pretenciosa.
ARTURO (rabioso): No tengo plata
CIEGO: Joven, ¿está usted bien?
ARTURO: Si, sí, bien.
CIEGO: Tenga cuidado, joven, no vaya usted a hacer una tontería. Hay cosas que uno no puede
arreglar después.
ARTURO continúa caminando, ignorándolo, aunque patea de pasada el sombrero donde el CIEGO
junta las limosnas. Después de caminar un poco entra por una puerta a un recibidor, sube el
ascensor, abre la puerta de su departamento y, sólo, se emborracha mirando malísimas pelí
culas de artes marciales.
ESCENA 7 – Los últimos pensares del muerto
LEANDRO camina por la calle.
LEANDRO: Arturo, amigo mío, tengo que decirle algo… Oye Arturo, sabes que yo y la Ale,
viejo… Oye, viejo, tenemos que hablar, compadre, sabes que yo nunca quise… no, no… como
cresta se lo voy a decir, me enamoré de su mina, por la cresta, que le voy a decir. Ya; a lo
hecho pecho, como decía mi viejo.
LEANDRO, después de caminar un poco entra por una puerta a un recibidor, sube el ascensor,
abre la puerta del departamento y la escena se disuelve.
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