Llegué a casa como siempre agotada...cada día que pasa pienso que los años más me pesan y lo que antes creía que eran "topicazos",ahora se me convierten en pesadas losas de realidad....

Él ya duerme, la cena está en el microondas y mi cuerpo tan sólo desea ser capaz de poder arrastrarse hasta la ducha; mi única salvación a estas alturas.

De repente, mientras camino por el pasillo hacía el baño siento esa mirada como siempre me pasa cuando estoy en casa, como a veces me sucede en el trabajo cuando la concentración se sienta a mi lado, esa mirada también lo hace, se me clava en la nuca pero al girarme no descubro a nadie o no advierto nada...

Ahora vuelvo a sentirla; llego por fín a la bañera, mi cuerpo se diluye bajo el agua, el vapor me consume y yo me relajaría completamente sino fuera porque vuelvo a sentir esa mirada.

Acabo mi ritual de descanso, debería cenar pero no tengo hambre tan sólo deseo abrazarme con él, que sigue dormido; ni tan siquiera el ruido de mi ducha le ha despertado.

"Debe haber llegado tan cansado como yo" pienso.

Pero antes de acostarme debo perseguir y preguntarle a esa mirda que es lo que quiere. Vuelvo mis pasos hacia atrás en el pasillo, me paro y miro frente a mí.

La puerta está cerrada, la abro con delicadeza, no quiero que la mirada se asuste, me acerco a la cama y juraría que no hay nada, que nadie descansa, revuelvo un poco las sábanas y debajo de todo, tras un barullo de juegos y de risas que han terminado por agotarle descubro por fín a la mirada que todos los días me persigue...pero esta vez está dormida...la mirada de María ya descansa y yo por fín descanso pensando que un día más ha terminado bajo las atentas ganas de descubrir el mundo....

"¿Soy un buen ejemplo para una mirada tan exigente?"
"¿Merezco que me mire para aprender?"

Las preguntas que quería hacerle se vuelven contra mí.

Beso su mejilla y le susurro un "te amo" al oído.

Salgo de su habitación y me meto en la mía.
Él sigue durmiendo y por fin mi mirada también puede descansar...

Buenas noches.