No encuentro nada, en este ínfimo universo
No encuentro nada, si acaso la tortura,
Y la entupida estupidez de buscarte donde
No encuentro nada, nada.
Te he llamado tantas veces en este vacío
Que se llena de lágrimas muertas,
Que desprende risas de llanto,
Que arroja aves de fuego.
Un grito que calla a las locas del jardín azul,
Les calla en su cantar,
y en su silencio
Atrae su atención muerta y olvidada años atrás.
Atraviesa un corazón abierto
para suturar una herida más,
Y rebota en el iris de unos ojos mojados.
Que mas da, sino decir adiós,
y en el espejo de cadáveres
Prometer el vernos mañana, o pasado o quizá nunca,
Pero vernos, y por que no, desnudos,
Como dos niños que no quieren nada,
Que no pelean nada.
Por que no hay nada.
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