Diosa
para mis trece años
fuiste la que despertó el deseo
Hembra
cuando yo aún no sabía
cuales eran las características de sus cuerpos,
develaste el misterio,
te mostraste desnuda
y fuiste el referente en que me basé
para diseñar en mi mente púber a todas las mujeres.
Exiliada
de mi lenguaje, oculta en mis tribulaciones
fuiste boca de papel que besé en la oscuridad de mi cuarto.
Amante
emergiendo en la plenitud de mi deseo,
me saciaste y me sacié contemplando tus níveas formas.
Te pienso
rediviva en la quimera de los tiempos
incorrupta, bella como el más hermoso pensamiento.
Soy
otra persona, el niño murió dentro de mis propios huesos,
aún así, su voz se filtra en mi garganta
para llamarte: Marilyn…