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Y cuando el importante trabajador subía a su coche, vio que la chica abandonaba el lugar y llamándola a viva voz, le hizo señas para que se acercara. Ella, muy nerviosa, apuró el tranco y cuando estuvo junto a él, le dijo: - Perdone, me gustaría salir con usted pero no quiero que esto nos perjudique. Usted sabe que en la empresa están prohibidos los romances entre los trabajadores.
Roberto la miró con extrañeza y le hizo entrega del anillo.
-Me refiero a la invitación- dijo ella y estaba a punto de mostrarle la carta cuando él miró su reloj y despidiéndose de María, partió raudo en su vehículo.

Stefanía sonrió maquiavélicamente, oculta detrás de unos matorrales. Provista de una cámara, había fotografiado a ambos, especialmente cuando Pedro le había hecho entrega del anillo.

Al día siguiente, la elocuente fotografía del gerente y María había llegado misteriosamente a las manos de don Pedro What, el conservador dueño de la empresa, quien se caracterizaba por no escuchar razones. Con voz estentórea, mandó llamar a los dos presuntos incriminados en tan sospechosa actitud y sin mayor dilación, los despidió en el acto. Ante los airados reclamos de Roberto y María, les mostró la foto y les dijo que habían incurrido en flagrante delito. Que no era posible que él le pidiera matrimonio a una subalterna y que ella nunca debió aproximarse al gerente ya que sabía que eso estaba prohibido. La chica, noble aún en la desgracia, ni siquiera intentó mostrar la carta que la hubiera salvado. Pero si lo hubiese intentado, tampoco hubiese podido hacerlo, ya que la intrigante Stefanía se había encargado de hacerla desaparecer poco antes del careo.

Stefanía logró el puesto de secretaria de gerencia y si bien, no era un mujer talentosa, logró mantenerse gracias a sus argucias y maquinaciones.
Pero cierto día, cuando redactaba una larga carta que debería enviarse en breves minutos a una importadora, vio que se detenía un coche frente a su ventana y que de el descendían Roberto Piedra y María. Cual no sería su sorpresa al comprobar que ambos, eran ahora flamantes esposos y que después del despido, habían sido contratados por una prestigiosa empresa. El objetivo de su visita era para entregarle unos catálogos al nuevo gerente y de paso saludar a los antiguos compañeros.
Nunca un verde fue más intenso que aquel que destelló en la faz de Stefanía, cuando la envidia se patentó en toda su dimensión en su mezquino ser…



F I N









Texto agregado el 09-08-2006, y leído por 243 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
09-08-2006 Al fin y al cabo, hay todavía un poco de justicia, de calor humano y de esperanza, aunque a veces sólo sea en tus cuentos...Muy bueno. eneas
 
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