En un reportaje televisivo, se informó acerca de la captura en los Estados Unidos de América de un joven que introducía ilícitamente un equipo tecnológico en una sala de cine, con en propósito de grabar la película que se proyectaba al público del auditorio.
El joven adhería el equipo de grabación al apoyabrazos de la butaca del cine, de esta forma copiaba fielmente la película en cuestión. Las autoridades manifiestan que, las copias de la película terminan vendidas a muy bajo precio en las calles de la ciudad de Los Ángeles y las ventas le reportan al joven entre tres mil y cuatro mil Dólares semanales.
Lo paradójico de la historia es que para lograr la captura del delincuente, fue necesario instalar una cámara dentro de la sala de cine (frente a la primera fila). Cámara que, a su vez, captó al muchacho cuando instaló y grabó la película exhibida al público.
Este acontecimiento me hizo reflexionar y comparar la tutela jurídica de la propiedad intelectual, en el marco de un país desarrollado y la impunidad reinante en nuestra amada Caracas. En la que vendedores informales comercian libremente con los estrenos cinematográficos mundiales, incluso antes de ser proyectados en las salas de cine de la capital.
Hace algunos años el extinto Cuerpo Técnico de Policía Judicial, ahora Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, creó un departamento en contra de la piratería, del cual ya ni se escucha hablar.
Por lo que cabe preguntarse: ¿Constituye la política blandengue del Estado Venezolano en materia de tutela de la propiedad intelectual, una medida de carácter social para que en los hogares venezolanos, por un precio de 1,5 a 2 Dólares se disfrute de un entretenimiento del primer mundo, con un costo del tercer mundo?
Nuestros compatriotas tienen acceso a un producto sin pagar los beneficios a sus propietarios y a las empresas imperialistas que los representan como Universal o Sony Pictures.
Vemos como los representantes del Estado Venezolano en conferencias o foros internacionales, se llenan la boca al colocar a nuestro país como una potencia petrolera de carácter mundial. Si entendemos esto correctamente, es que somos propietarios de un recurso natural (Petróleo) que, intercambiamos en un mercado internacional por un precio en Dólares fijado por barriles.
El respeto del derecho de propiedad sobre el petróleo, acarrea la celebración de contratos de intercambio comercial, que permiten el ingreso de recursos al Estado para el sostenimiento del gasto público.
Los países desarrollados a través de la industrialización y el avance científico y tecnológico lograron, además de comerciar con materias primas, comerciar mediante la creatividad y originalidad con la propiedad intelectual, mediante la cesión de los derechos intelectuales y de autor a cambio de un precio.
Como podemos advertir la sangre que oxigena a nuestro socialismo, es sangre capitalista. Sin embargo, el discurso político reinante en nuestro país trastocó el capitalismo y obvia la aplicación de las leyes en las formas superiores de comercio (comercio de intangibles: Derechos de autor y propiedad intelectual) y resulta muy vigoroso en la aplicación de leyes y tratados en el marco de las negociaciones de índole petrolero (mercado de materias primas).
¿Qué sucedería si una nación después de comprar petróleo a Venezuela, desconoce el derecho de propiedad de Venezuela sobre la materia prima y se niega a pagar el precio convenido?
¿No es esto lo que nuestro Estado implementa cuando se hace de la vista gorda con los derechos de propiedad intelectual de empresas extranjeras?
¿No anhelamos todos los venezolanos superar el comercio colonial de oro por espejos. Que actualmente se representa en la venta de petróleo por computadoras. Para que en nuestra nación se a realicen formas sofisticadas de comercio?
Estas líneas no tienen como fin último una reflexión moral o ética en materia de propiedad intelectual, sino evidenciar como en la política se manipula a la masa, para hacer creer que se abraza un ideal, cuando lo cierto es que se manejan los criterios a conveniencia de la ideología de turno.
Nuestro socialismo es el más capitalista para comerciar con petróleo y es el más socialista para defender y reconocer la propiedad intelectual, por lo que los líderes políticos se asemejan a un pizzero que lanza la masa de pizza al aire, según su conveniencia.
Concluyo con un inciso de Alfred Stern: “Ideología es un conjunto de ideas falsificadas por los intereses del grupo que domina una sociedad, pero presentadas a la sociedad como la expresión de la verdad absoluta.”
Autor: ENRIQUE GUILLÉN NIÑO
Obras:
1.- Razones Para Abandonar La Razón. Editorial Comala. Caracas. Venezuela.
2.- Portarretrato de Una Voluntad Irresistible. Editorial Biblioteca
Nueva. Madrid. España.
www.enriqueguillen.com
e.mail: enrique@enriqueguillen.com
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