Qué será del dolor que se siente, cada vez más profundo, dolor por el deseo no saciado, por el amor no amado, por el placer de querer a quien, muy sabido, jamás devolverá ni siquiera una mirada pálida, porque aquel hombre, origen del deseo ya se ha ido, o peor, jamás estuvo, no fue más que una ilusión provocada por la energía de la mirada, que por más pálida y triste pudo embellecer, agrandar, sonrojar, excitar, desplomar. Mirada tuya, que por la grandeza de su temor, era rodeada por un muro inmenso que jamás me atreví cruzar. Qué será del dolor cuando no puedo dejarlo, cuando me llena, y me aviva, sin entender el por qué de la satisfacción oculta en él. No puedo alejarme de lo que me daña de ti; por más que intento continuar en esta realidad en donde no perteneces, mis pasos siguen dando los tuyos, en una dirección misma, existiendo por el padecimiento inmenso de no tener tu respiración cerca de mis labios, existencia que es por ti y tu ausencia.
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