La Navidad es un tiempo en que en verdad afloran los sentimientos más puros. Yo lo comprobé con mi hija, que esos días parecía pasar por una de sus crisis catorceañeras.
- ¿Qué te ocurre, Violetita? Te noto muy seria últimamente.
- Este mundo es muy injusto, Papá. ¡Estoy harta! Estamos viendo como roban y como asesinan en las guerras y no hacemos nada para remediarlo.
- ¡Ya, hija, pero…! ¿Qué vamos a hacer nosotros? “Iraq está como está” y nosotros no podemos…- Pero ella me cortó, levantando la voz:
- ¡Yo no quiero vivir en un mundo así! ¿sabes? ¡Estoy harta de ver lo que hacen!
- ¡Vamos, Violetita! Ya sé que es injusto. Pero tú no te tomes el disgusto personalmente…- le respondí, intentando animarla para que se sentase con nosotros a comer. Pero ella no me hacía caso.
- ¡¿Sabes que es injusto?! ¡Eso si que tiene gracia, Papá! ¿Y por qué no haces nada para remediarlo? Tú eres abogado
- ¡Hija! Sé realista. ¿No ves que lo que me pides es un imposible? ¿Cuántas veces lo hemos hablado ya?- Pero mi hija me devolvió la pregunta, enfadada:
- ¡Eso mismo te iba a preguntar yo! ¿Cuántas veces lo hemos hablado? Y ¿qué has hecho tú para poner soluciones? Ni siquiera has hecho ese “borrador” que me prometiste.
Como ya han comprobado, este tema no era nuevo para nosotros: Violeta no estaba de acuerdo con la intervención de los Estados Unidos en Iraq. Y yo no encontraba la forma de explicarle que poco podíamos hacer nosotros, al respecto. Pero la culpa la tenía yo, por querer que ella fuese abogada. Desde pequeñita le enseñé que el poder de la justicia no conoce fronteras y ahora me tocaba tragarme esas palabras, dichas siempre con todo el corazón. ¡Y caray, cómo hacía que me las tragara!:
- ¡Perdóname, papá, pero ya no creo en la Justicia! ¡Se están llevando el petróleo y lo sabes! ¡Sabes que se están cometiendo “atentados” extraños! ¡¡Está muriendo mucha gente, cada día!! ¡Padres de familia! ¡Y sólo vemos unos pocos! ¿Y los otros? Dime Padre: ¿dónde está aquella fe que tú tenías en la justicia? ¡Esto es una atrocidad! ¿¡Es que no lo ve nadie!?
- Vamos, hija: ven a comer. Después lo discutiremos, que tu madre ya ha puesto la mesa- Pensé que quizás, con la comida, se le bajaría el disgusto. Pero no iba a ser así.
- ¡No pienso comer!- Me respondió- ¡Nunca más ¿entiendes?! No lo haré hasta que no se les devuelvan sus derechos a todas aquellas personas. ¡Voy en serio, Papá!
Yo, que la iba a castigar, pensé en que ya era muy mayor (e inteligente) para eso. Ya me lo había demostrado otras veces. Y, encima, ella tenía razón. Así que transigí un poco, ya que estaba seguro que “en otro momento” todo se llevaría a la calma. Así que le hice una proposición que sí aceptó:
- ¡OK, Violeta! Tú ganas. Come, y te prometo que después te dedicaré “tres horas de abogado” como “Acusación Particular” en donde haremos lo que tú quieras. ¡Ya sabes a cómo cobro las horas! Te trataré como a mi mejor clienta ¿aceptas?
Ella me dijo “sí” y aquel domingo por la tarde, después del café y los maravillosos “dulces de jengibre” con los que nos sorprendió Mamá, me dispuse ilusionado a disfrutar de unas horas maravillosas de controversia con mi única hija, Violeta, que estaba dispuesta, como ya se habrán dado cuenta, a cambiar el mundo. Y para hacerlo todo más teatral, cogí mi toga de abogado y me la puse. Encendí las luces de mi despacho y la hice esperar en recepción. Después del minuto de rigor, la llamé por el intercomunicador:
- ¡Señorita Violeta! Puede usted pasar- Una vez dentro me levanté para recibirla:
- ¡Señorita Violeta! ¿Cómo se encuentra usted? La veo más guapa que nunca.
A ella -que le gustaban mucho mis “teatrillos”- le pareció bien la idea (no siempre era así):
- Hola, abogado. ¡No me adule usted que hoy estoy muy enfadada!
- Ya lo he notado. ¿Si algo puedo hacer por usted, señorita?
- Sí, verá. Le he contratado porque me han dicho que es usted el mejor abogado del país.
- Bueno, sí. Gracias, pero es que Andorra no es muy grande
- ¿Tiene usted algo en contra de nuestra nación?
- ¡No, nada! ¡Faltaría más! ¡Estoy muy orgulloso de ser andorrano!
- Pues yo no. Ni de ser europea. Así que vamos a poner fin a esta barbaridad cuanto antes.
Esa fue la primera sorpresa. Después comenzó a usar un tono increíblemente adulto, totalmente nuevo para mí, que me dejaba perplejo, segundo a segundo. Nuestro pequeño juego se había convertido en una demostración de su nueva madurez, cosa que no puedo negar que me entusiasmaba escuchar. Yo pensaba que hasta su timbre era diferente, más grave, más adulto:
- ¡Escriba usted, que yo le iré dictando!... ¡Abogado! ¡Veremos si es usted tan bueno como me han contado…!
Hice exactamente lo que ella me pidió. Conecté el PC, abrí un procesador de textos y planté mis dos palmas, abiertas, a un centímetro del teclado:
- ¡Estoy preparado! ¡Usted dirá!
Y tras seis horas de anotar, incrédulo, lo que me fue mandando, el trabajo ya estaba terminado. Ella por fin comería todos los días, yo descansaría… ¡y el mundo también! Había nacido la Demanda Violeta, que, a la postre, sí cambiaría la Humanidad.
. . .
Meses más tarde, en el Consejo de Seguridad de la ONU se discutía una noticia que había sorprendido al mundo:
“Andorra declaraba la guerra a los Estados Unidos de América”
Hasta ahí, nada fuera de lo común. Declaraciones de guerra ha habido muchas y ésta era otra más que debía de resolver el Consejo. Por eso estaban allí los representantes de todos los países. El enviado de Estados Unidos tomaba la palabra:
- ¡Señoras y Señores! Nuestro gobierno considera que esta declaración es una burla ante el poder manifiesto de nuestro continente. ¿No se dan cuenta de que si comenzamos esta guerra sólo va a durar “un día”? ¿Qué pretenden con esto: probarnos o iniciar la Tercera Guerra Mundial?
El Presidente del Consejo otorgaba la palabra al país demandante, el Principado de Andorra:
- ¡Ustedes no han hecho caso a nuestras peticiones judiciales! ¡Han violado una serie de derechos que son castigados en nuestro país! ¡Presentamos una demanda criminal contra los representantes de su Gobierno por Crímenes contra la Humanidad y no nos han hecho el menor caso! ¡Ni a la Justicia Internacional! ¿Quién se creen que son? Este organismo no les permitió que ustedes hicieran lo que les diera la gana Es nuestra obligación, para con la Justicia Internacional presentar esta demanda. Deben de comprenderlo y no hacer más difícil esta situación, que nos tiene avergonzados a todos los países del mundo. Hemos de terminar con esta atrocidad. Millones de personas se manifestaron.
Nuevamente intervenía el representante americano:
- ¡Señoras y Señores! ¡Seamos lógicos! La situación de la guerra mejorará con el tiempo. Tengan ustedes en cuenta que hemos llevado a Iraq “la paz” ¿no?
De repente aquel comentario, tan poco acertado, produjo que se hiciera en la gran sala, un silencio antagónico que, individualmente, provocó la irá de cada uno de los presentes. El enviado estadounidense se vio obligado a continuar:
- ¡Sean racionales, Señores! ¡Podían haber ocultado armas químicas! Esa es la verdad…
Nuevamente aquel silencio castigador. Nadie le respondía.
- ¿Y la democracia? La democracia nos asegurará el bienestar y el…- De repente, una voz desde el fondo le cortó, gritando:
- “¡El petróleo!”- cosa que hizo que todos los países allí reunidos, incluida España, se echaran a reír. El representante americano estaba avergonzado, sin tener razonamientos claros que exponer. No hizo falta.
El enviado andorrano tomó la palabra, dirigiéndose al máximo representante del Tribunal, evidenciando que la cosa no iba de guasa:
- ¡Señoría! O Estados Unidos retira inmediatamente sus bases militares de nuestro país o serán “tomadas” de inmediato por nuestras tropas. Nosotros ya no vamos a transigir más, ni con el terror, ni con el aprovechamiento ilícito y manifiesto. Hemos remitido a todas las naciones europeas la “Demanda Violeta” y todas la apoyan. ¡O cesa su política de invasiones o todas las Naciones Unidas le harán el “embargo” a ustedes y la OTAN quedará disuelta!
- ¡Eso es completamente ridículo! Respondía el americano. ¿No se dan cuenta de que si pisan un solo metro de nuestras bases les invadiríamos de inmediato? ¿Quieren guerra?
Pero tras esta afirmación, el pilotito que había en las mesas de varios países se encendían, solicitando la palabra, que era otorgada, en primer lugar a Francia:
- Nosotros pensamos que ustedes (los Estados Unidos) deberían de ser más reflexivos y menos impetuosos en sus afirmaciones, ya que ante esa supuesta invasión a Andorra… no creo que en mi nación estuvieran muy de acuerdo ¿saben? Lo siento, pero Andorra no la pisa nadie, ¿lo entienden? O al menos de forma bélica. ¡¿Me he expresado con claridad?! No creo que deba de ser más explícito. Dudo mucho que puedan desplegar allí ni un solo soldado.
A la intervención francesa seguía la española:
- ¡Señoras y Señores! ¿No creen que estamos exagerando todo demasiado? ¡Claro que a nadie le gusta que maten a cincuenta por día! España apoya la Demanda Violeta, y así lo hemos constatado, sólo que a los apartados en donde se solicita la retirada de todas las bases militares (que Estados Unidos tiene en los diferentes países de Europa) hemos preparado un Proyecto de Enmienda que pensamos será más efectivo, desde puntos de vista estratégico-militares.
El representante americano respondía:
- Mi Gobierno no transigirá en la retirada de las bases, bajo ningún criterio. La seguridad del mundo es lo primero.- El Ministro de Defensa español añadía:
- Sí, sí… bien. Nosotros estamos de acuerdo con que ustedes tengan “presencia militar” en este lado del mundo. Fíjese que ocupan ustedes la mayoría de países y todos se lo permitimos ¿no? Por eso nuestra propuesta es muy justa y les sugiere que sean sólo un poco más “permisivos”. El interés militar y estratégico de España, en su continente, también existe, así que sugerimos que nos permitan instalar unas bases militares en su territorio. Así quedaría compensada la presencia militar extranjera en ambos países. ¡Si ustedes tienen diez bases en España, permítanos tener a nosotros cuatro, solamente!: una en Nueva York, otra en Washington, otra en Los Ángeles y la última en alguna parte del Mississippi, si no les molesta. ¡Como ustedes! ¡No pedimos nada “del otro mundo”!
El Gobierno Francés se adhería a la propuesta:
- Nosotros también solicitamos el establecimiento de un igual número de bases y terrenos, a las que ustedes tienen en nuestro país. ¡Es justa la propuesta!
Italia, Bélgica, Alemania y Austria también se unían:
- ¡Y nosotros! ¡Cuánto antes!
China hablaba igualmente:
- En nuestro país no queremos ni verles, como siempre. Métanse sus bases en sus… estados.
Y así todos los gobiernos, salvo Inglaterra. Blair no pudo dar una respuesta ya que en ese momento, se había ausentado por dos minutos de la sala. Así que el Presidente del Comité otorgaba la palabra, de nuevo, a los Estados Unidos:
- ¡Señores! ¿No pretenderán ustedes – cada país- montar “diez bases” en los Estados Unidos? ¡Eso es imposible! ¿Se han vuelto locos? No permitiremos que nadie instale un solo soldado extranjero en nuestro país.
Ante el murmullo general de todos los asistentes, el representante andorrano volvía a proclamar su discurso inicial:
- Si ese es el caso, solicitamos formalmente la retirada de sus bases en toda Europa, tal y como se señala en la Demanda Violeta. Igualmente el Tribunal de Delitos Internacionales reclamará por última vez a sus dirigentes, como autores e inductores de esta serie de guerras ilegales, así como por los cargos de responsables subsidiarios de las víctimas de las masacres. De no acceder ustedes, serán declarados fugitivos de la justicia y buscados por la INTERPOL. ¡Ustedes deciden!
Los americanos no sabían qué decir:
- ¡Señores, sean razonables! Toda esta situación de desconfianza se ha producido por las Guerras del Golfo, Afganistán, Iraq, Líbano ( y las que nos quedan)... Sabemos que todo el mundo hizo manifestaciones en contra, y que fueron CIENTOS DE MILLONES DE PERSONAS las que se echaron a la calle. Sabemos que los PREMIOS NOBEL nos acusan de sólo invadir países con excelentes recursos energéticos y de sólo pretender EL PETRÓLEO. Somos conscientes de que en el mundo hay DOCENAS DE PAÍSES CON DICTADURAS y que sólo nos interesó Iraq (próximamente Irán y Arabia). Pero esta guerra no fue por el petróleo sino por las armas químicas. Es verdad. Créannos. Aún las buscamos. ¡Al final acabaremos encontrándolas, ya lo verán!
¡Ahora creemos que fueron transportadas a Irán! Ayúdennos a llevar la Paz y la libertad también a este país, en vez de provocarnos más conflictos ¿no les parece? ¿No me dirán que van en serio? No serán capaces de poner en marcha eso, que ustedes llaman “Embargo Violeta” ¡Seguro que no! ¡Aquí los únicos que podemos “embargar” somos nosotros, por nuestra condición de líderes! ¡Ya lo saben! ¿Son ustedes líderes? Entonces ¡no sean ridículos y piensen en Irán! ¡Entre otros beneficios, con su invasión, todos los países desarrollados obtendrán mejores precios en el crudo! ¿Qué les interesa a ustedes? Por favor: sean razonables y no se dejen influenciar por las opiniones violetas de una niña de catorce años.
Pero no fue así. Y por culpa de aquel gobierno, el pueblo americano se quedó sin poder degustar los “dulces de jengibre” típicos de Andorra y en Irán, muchos padres de familia seguirían siéndolo, por mucho más tiempo.
Unos meses más tarde, yo hablaba de todo esto con mi hija:
- ¡Estarás contenta con la que has armado!- Pero su respuesta fue sorpresiva:
- ¡En esos desiertos la única riqueza es el petróleo! ¡Y hasta eso les querían arrebatar, como pasó en Venezuela o Bolivia! ¡Bombas y más bombas! Se acabó por fin, Padre. Dí mejor: “La que hemos DES-armado” ¿no? – Después añadió: -Por cierto, ¿qué le debo, por su trabajo?
- ¡Nada, mujer! Ha sido un placer. Más bien: ¿qué le debemos a usted, nosotros (toda la Humanidad) por tener la idea definitiva? Gracias, corazoncito mío.
EL MENSAJE VIOLETA PARA LOS INVASORES DEL MAL:
“Mira y comprende a quien vas a destruir, antes de hacerlo. Si matas a un buen sastre EL MUNDO PERDERÁ sus bonitos trajes de seda…”
Dedicado a Galatea.
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