GENTE DECENTE
Jacinto. 16 años de malcriadeces reprimidas. Anteojos de pasta, la cabellera engominada y partida a la mitad para disimular la hierba y no de té precisamente. Juega al cricket y al backgammon mientras declama pasajes del Rey Lear. Alto de bigotillos ridículos y palidez más ridícula aún. Estampillas, sellos y monedas antiguas compensan su precocidad. No derrama sobre el papel cuando escribe con la pluma fuente, pero si sobre sus sábanas cuando a la mucama no le queda de otra que cumplir para no ser despedida.
Celeste. 20 años ya quemados a una semana de cumplirlos. El cableado público incrustado en el hocico para corregir un diente asomao pero tiene su gracia. 3 meses de francés en París, equitación, origami, ballet, tenis y cocina taiwanesa. Busto prominente e inteligencia pasmada. Colecciona los pelos que perecen entre los platinados alambres de su boca, y a su futuro esposo de cuarenta y tantos lo conoció en la clínica de especialidades cuando éste le extirpó un tumor de esos que explotan a los 9 meses, el tercero en menos de dos años.
Doris. Después de los 30 una dama honorable nunca revela su edad. L’oréal y Ebel le ayudan en eso. Potpurrí de sándalo y eucalipto en el armario, pan de jengibre para el té, yoga, pilates, canasta los sábados por la noche, a misa los domingos y una vez al mes la reunión con el Comité de Beneficencia Pública. Ni el mejor psiquiatra ha podido con su cleptomanía, cremas de mano y pantaletas son sus preferidas. Ella dice (para sus adentros) que todo es debido a los porrazos que le da el marido. L’oréal y Ebel le ayudan a que los golpes vayan por dentro.
Ernesto. 58 años y hace más de 3 que nada de nada con la esposa porque lo suyo son las entregas. Calvo de cuatro pelos y miopía de topo. Narguile, escocés y pantuflas de piel de reno después del trabajo. Abogados, secretarias ejecutivas, cócteles, antiflatulentos, antiácidos, campos de golf, juntas, asesorías, membresías, doctorados honoris causa, jet privado. “Desde un botón hasta un avión, entregamos su carga hasta en Plutón”. Coca, marihuana, marfil y metrallas también. En el club los sábados por la madrugada siempre con el sobrino, la edad del hijo a lo sumo, definitivamente lo suyo son las entregas, sí, entregar el c...
Soy Román. 28 años bregando con la vida. Ni siquiera finalicé la primaria pero los pectorales, estos ojitos verdes y el colorcito aceitunado han ayudado, y mucho. Hago el mantenimiento del mercedes, del BMW, de los frenos de Celeste, de las dos piscinas, a Doris los domingos después de misa y al patrón cuando el sobrino lo planta. Pienso que cada cual hace de su vida un saco y se mete en él y mi intención no es lanzar la primera piedra, pero entré a trabajar aquí porque mi abuelita decía que eran gente decente. ¡Decente yo!
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