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Inicio / Cuenteros Locales / mactub20 / Crónicas del deseo (Tercera parte)

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...Tomé el autobús, contuve mis lágrimas hasta el último instante, no miré hacia atrás, no pude, no quise, no sé porqué, simplemente no lo hice, sin embargo nuestro último cruce de miradas fue inevitable. Justo cuando el autobús giraba para abandonar la ciudad, él estaba allí, cruzando los brazos, mirándome, movió su mano y me dijo adiós...
Llegué de nuevo a mi ciudad, maldije su nombre durante todo el trayecto e incluso unas cuantas cuadras después de mi llegada. Lloré, no voy a negarlo, sin embargo, no lo he hecho de nuevo, ni por él ni por ninguna otra persona. Cerré mi cuarto y lo recorrí como si fuera la primera vez, caminé descalzo, sentí la alfombra de nuevo y a mi mente venían recuerdos de noches y días de pasión anteriores con él vividas, toqué las paredes y me rendí a la voluntad de mis emociones por última vez, no con lágrimas sino destruyendo todos sus recuerdos, perdón, los que yo había hecho para él, fragmentos de poesía que jamás pude entregarle, pequeños detalles que advertía por las calles y decidía comprarle pensando que algún día se los daría... Acabé con todo.
Me sentí arrogante, orgulloso, confundido, quería hacerle sentir lo que él con su "nunca te amé". Todo ese tiempo de amor se convirtió en desprecio, en frustración y sed de venganza. Me levanté, me miré al espejo y recordé sus palabras, aquellas palabras que dos años atrás había dicho unos momentos antes de abandonar el motel... Tampoco vale la pena mencionarlas ahora.

Salí a correr tratando de olvidar aquel primer beso que persistía de manera inminente en mi memoria, pasaba mi mano sobre mis labios queriendo arrancarlo, dejarlo atrás, pero sólo logré tenerlo más presente que nunca. Me detuve a descansar unos instantes y alguien se paró a mi lado ofreciéndome un pañuelo para secar mi sudor. Su nombre también será un misterio aunque me gustaría que lo conocieran como lo conozco yo: El artista. Allí estaba él, pintando, no se si ese sería su lugar habitual para trabajar o fue a causa del destino, pero estuvo allí, justamente cuando necesitaba de alguien para sentirme humano de nuevo. Me senté a su lado, hablamos del clima, cuestiones escolares y en algunos instantes hicimos alusión al arte. Comenzó a llover, lo ayudé a guardar sus herramientas de trabajo incluidas entre ellas varios pinceles y algunas pinturas que aún estaban frescas, nos refugiamos en una parada de autobuses, al parecer ambos seguiríamos caminos distintos a menos que uno de los dos lo evitara, y así fue.

No pude rechazar su invitación, la curiosidad y la lluvia me llevaron a su casa, la soledad a su cama… Y desperté en sus brazos, los brazos de mi nuevo amante, de mi primer encuentro casual después de él. Me dio los buenos días con un beso, no pude hablar, me aferré a su cuerpo como cuando niño me aferraba a los brazos de mi madre para olvidarme de lo que me hacía daño, me preguntó si algo me pasaba y lo negué, preferí enterrar mi efímera historia de amor en aquel instante, quería comenzar de cero, quería, no, mejor dicho necesitaba olvidar y el artista me ayudaría a hacerlo… Realmente no.
Esa fue la única vez que estuve en su casa, nuestros próximos encuentros, por esporádicos que estos fueran, se dieron en mi cuarto, en el mismo lugar que había amado, en el que me había entregado por primera vez por amor y en el que ahora lo hago sólo por deseo…
El artista y yo nos veíamos regularmente por las noches, cuando ambos terminábamos nuestras rutinas escolares o sociales, siempre me sorprendía con un beso, un abrazo y el nunca ausente “cómo te fue hoy”… Me envolvía con su cuerpo y presionaba con fuerza mis brazos para que no intentara liberarme, me amaba con cada fibra de su ser, procuraba despertar hasta la última fibra sensible de mi cuerpo para hacerme, de esta forma, vibrar de placer. Y después del deseo, dormía a mi lado, por las mañanas tomaba un baño y un café, salía apresurado a su primera clase ¿Y yo? Abrazaba la almohada, pensaba, divagaba, cavilaba, soñaba despierto, creo que a eso muchos suelen llamar “ensueño”, para mí era un ritual matutino adoptado de algunos días atrás.

Por algún tiempo, al igual que todo, la escuela perdió su significado para mí, asistía estando ausente, contestaba la mayoría de las preguntas por inercia, llegaba a mi cuarto esperando a mi amante que seguramente arribaría unos cuantos minutos después de mí… pero esa noche no llegó

Texto agregado el 07-08-2006, y leído por 250 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
12-08-2006 No entiendo porque la gente quita estrellas. Eso se llama envidia. ***** poetaloco
09-08-2006 De rosa en rosa, hasta dar con la dulzura que buscas. luisjo
07-08-2006 Bien, Mactub. Estuve leyéndote, tu narrativa fluye, como si fuera una carta, así de cercana e íntima a la vez. Te saludo... yamilethlq
 
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