Contemplé sin prisa la transparencia, dureza y brillo que despedía la copa, mientras que agitaba el vino de manera circular para que soltara aroma y buen buque. El cristal provoca un efecto extraño en mí, como un adormecimiento, sensación placentera que me lleva a otra parte, a tocar la puerta de la memoria, intentar componer el pretérito con la utopía, ¿azaroso modo de vivir no? Cuando la vida parece una pintura, y tú, un espectador, situado en un mundo vacío, un ámbito de la realidad que no ha sido visitado, aunque pertenezcas a él, huyes, corres despavorido, ni el viento alcanza tu pensamiento, vives en el movimiento constante; debes pasar desapercibido, has quemado tu alma, estás en pena y tu castigo será buscar el perdón; huele a muerto, el aroma ha quedado impregnado en la memoria, hay que lavar sus paredes con piedra pómez, pero aún así, parece que el hedor se ha impregnado a la tierra, ha manchado la psique, la mente está acabada…se escuchan gemidos, voces chirriantes que susurran sueño, melancolía y su nombre. La paz se ha marchado, la felicidad aparece fría, con cadavérico rostro y mirada escéptica, como si la senectud caminara sin visión, guiada únicamente por ecos del espíritu negro llamándome mediante imagen hueca que trae la muerte tras de sí, reflejada sobre el cristal transparente de la copa que ya cumplió su función, ha mezclado la ponzoña, la desdicha con el alcohol… es tan extraña la vida que, cuando ha acontecido una tragedia, la muerte nos sepulta en el abismo, nos hace repetir una y otra vez la desgracia, no existe calidez humana en nuestra pupila, sino un invierno que no da cabida al buen sentimiento, a la alegría; el corazón se congela y el tiempo trabaja en los surcos del rostro, arando la piel que está muriendo; ya no obtendrá cosecha alguna.
La superficie de la mesa, es de cristal ahumado, posee cierta belleza; yo no lo elegí, sino ella, que al otro lado y con la cabeza sobre las manos, despide una sonrisa risueña, sentida, ¿acaso ella no está atormentada por lo acontecido? Quizá, es posible, sin embargo, ya no me importa verla ahí como si nada, después de todo el daño que ha cometido… y a mí me ha arrastrado, estoy muerto, “¡qué he hecho!”, el pensamiento choca con el sin-sabor, mi cuerpo ya no tiene vida, soy espectro que se mira ahí, sin aspiración alguna, con ojos perplejos, agitando el vino que finiquitará la pena. “¡Miroslava, qué has hecho!... ¿cómo, no sientes nada?”. Su enjuto rostro y ojos verdes, transmiten candidez a sus pequeños labios, que se mueven desapercibidos, para vaciar el elixir del enamorado; no sé qué es lo que piensa, no es ella, pues si lo fuera, su espíritu estaría como el mío, sin embargo, parece que ella no sabe nada de sí, algún espíritu ajeno la posee; debería estar aterrada después de lo que ha hecho… pero qué importa ya, la pasión nos convierte en otros, no somos los mismos cuando la lujuria nos cierra los ojos, nos ciega, nos transforma en autómatas, no obstante ella calculó todo, se hizo cargo; cuando lo supe era ya muy tarde, el tiempo se había quebrado, la sombra invadió el mundo y el oído se tornó sordo, sin sentido, arrebatado; sentí algo que había desaparecido dentro de mí, es extraño, pero quién me haría caso; el enclaustramiento ha matado mis convicciones; soy parásito de la señora melancolía que me mira, como si contemplara el espejo, no le gusta su aspecto y decide no observar más.
El vino está en su punto, mientras que mis pupilas son buscadas por las suyas, como si deseara, ardientemente, ser abrigada por mi mente… no sabe que mi pensamiento está siendo robado, para repetir nuevamente el suceso… al momento que mi mano eleva, transporta, acerca la copa a mis pétreos labios, y de un sorbo, las fauces consienten gustosas la circulación del fluido hasta el estómago. Una amarga mueca, deja escapar mi rostro al vencerse el momento de la recepción del líquido y el recipiente regresa a posar sobre la mesa. Mis ojos no dejan de mirar el rostro de Miroslava, quien se encuentra inmóvil, como fascinada, contemplándome “¿qué tanto me verá?”… La memoria parece no perdonar y dirige mi mente hacia el pasado, ordena, exige como la señora a su esclavo, quien no posee algo más allá de la obediencia… el recuerdo aparece, al igual que, después de una negra noche, partes de las cosas que están inmersas en ella, empiezan a aparecer, poco a poco hasta llenar el mundo de la visión, una construcción reminiscente que nos aleja, más y más del presente, y nos esconde en la lobreguez, fuera, en algún rincón fuera de la imagen, parecería que volvemos a vivir como en una película, con la conciencia presente que nos observa, invisible, externa al mundo de la acción….
II.
La ciudad de México, presenta un sin número de problemas que enfrenta la gente, sin embargo en el ámbito de la educación, que es quizá la que lleva y da sentido al país, los problemas suelen vislumbrarse de otro modo, al fin y al cabo semejantes. Miroslava, chica inteligente y con amplias posibilidades de éxito, estudia el octavo semestre de Filosofía, en la facultad; en los primeros semestres se internaba con pasión en los grandes abismos del pensamiento, sin embargo, empezó a conocer la libertad; decía de vez en cuando que había desaprovechado su vida, de suerte que, empezó a liberar su mente y su cuerpo; se le veía andar con fulanito o perenganito, y traspasar los límites en las grandes fiestas, donde el alcohol, la música, los grandes paraísos y agentes que pervertían, la hicieron cambiar… Su rostro primero angelical, empezó a convertirse en una imagen madura y desenvuelta; el pensamiento transformó su vida y sus acciones. Fue en ese tiempo que su prima Lorena llegó de Puebla para vivir con ella, en su departamento; ésta era una dulce y humilde mujer, con una belleza que parecía a la que había disfrutado Miroslava en su primer momento; poseía una mirada risueña, como la de las criaturas que esperan lo mejor de la vida, lo más grandioso; les atrae el mundo maravilloso de los cuentos infantiles… esa era ella, correcta y siempre atenta, mientras que su prima la atormentaba con su libertinaje. A veces la Miros miraba con recelo a su prima y la menospreciaba…
Fue por esa época que conocí a Lorena, tenía un atractivo muy grande, traté siempre de acercarme a ella, sin embargo, los malditos nervios me lo impedían, hasta que me enteré que se había enamorado perdidamente de Alejandro, un malandrín de pelo largo a quien se le veía constantemente en la humareda del relajamiento y en la conservación del alcohol. Alejandro sólo la quería para un rato, y siempre la trataba de modo despectivo, no sé, quizá por eso, ella estaba profundamente enamorada de él. Tal vez eso fue lo que acercó mi corazón más a ella; no sé, quizá la necesidad de protegerla me hacía sentir un enamoramiento, o algo así, el caso es que no me gustaba que sufriera, ni que viviera en esas condiciones, pero los nervios; la inseguridad me mataban cuando me le acercaba…
Para acercarme, invité a salir a la Miros, y cuando llegué a su depa., abrió Lorena, me miró desconcertada y exclamó -¡pasa, se está bañando!, ¿si quieres sentarte mientras sale?-. Estaba preciosa, a penas pude contenerme para no besarla, sin embargo me senté en un sillón, mientras ella lo hacía en el sofá… sonaba una rola de U2… I still haven´t found what I´m looking for… Intenté no mirarla, era fácil, creo, sin embargo, la música me ponía en un estado de relajamiento, de trance, y una voz interior me ordenaba "¡mírala!, anda... vámos”. Mis ojos sumisos voltearon a mirar su dulce rostro y descubrí que sus párpados se habían cerrado, su nuca reposaba ahora sobre el respaldo del asiento y a sus tiernas mejillas las recorrían destellantes lágrimas…. Quería decirle que no llorara por que me lastimaba, que la amaba y necesitaba estar a su lado, pero el ambiente, la música, el aire, me llevaron a incorporar y aproximarme; ella no abría los ojos, y para qué hacerlo si el dolor era intenso; el calor aumentó, cuando acerqué mis labios a los suyos y saboree una dulce miel que me hacía revivir; la piel tembló, no había perdón, era una proeza, sin embargo no sentí mi cuerpo, el espíritu me abandonó, huyó apresurado, nadie supo a dónde, pero la materia se congeló. Mi rostro junto al suyo, cuando abrió los ojos, me hizo ver una mirada tierna, como de una venadita, interiormente vacía… el beso continuó, para mi se convirtió en una eternidad, pues creo, el amor embrutece… le gustó, bueno eso pienso por que nuestros cuerpos se rozaron y las caricias apartaron las partes más nobles… el miedo se transforma en deseo, puro y ardiente, la pasión aflora como el embeleso, repentino, sin pedir permiso, como un ladrón que no es llamado y llega repentino para que la naturaleza disponga del susurro, del ambiente, de la imaginación, de su vientre, de toda ella que responde a la seducción…
La naturaleza no es justa, el tiempo está torcido, la felicidad no es constante; se rompe el idilio… La canción que busca el secreto interno termina en un suspiro; se abrió la puerta de par en par, y dejó ver unos ojos llenos de cólera, una mirada que hacía parir el infierno, tormentosa, asesina, perversa, injusta, perra… sin sentido… yo la vi, pero me hice el desentendido, sin embargo habíamos despertado al diablo, la bruja cósmica había venido a visitarnos solicitando venganza, un duelo a muerte a la luz de la luna; las sombras bailan con augusta pompa, hemos despertado el delirio; la voz infernal interna percibe tragedia, suenan murmullos huecos en mi cabeza, el redoble de las campanadas del amor se han convertido en tambores, flautas que desaniman el sentimiento, soy un cobarde, la zozobra ronda, baila frenética al compás de mi delirio…
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