En Venezuela lo bueno es poco porque lo mediocre avasalla y está ocupando mucho espacio. Por ejemplo: hay algunos pocos buenos periodistas (y últimamente hay necesidad de ellos), pero abundan lo chismosos; aquellos para quienes el periodismo es básicamente chisme. En casi todas las cosas en Venezuela hay algo bueno, como por ejemplo, por cada veinte mediocres por oficio, hay uno que sabe y hace bien su oficio, que lo hace realmente.
Esto quiere decir que lo bueno no es norma, sino excepción. Y eso significa también que lo bueno necesita abrirse un espacio para hacer ejercicio de una buena norma. Por ejemplo: si todos los burócratas roban, y si se roba por norma, el burócrata que no robe, cuya norma sea otra, auténtica de lo que es su oficio, no hallará su espacio. Para decirlo más secamente: la persona honesta no podrá ejercer su oficio… o hallará dificultades, porque estará en contra, en choque, con una mala norma establecida amparada y justificada por una amplia mayoría que practica mal su oficio – y practican mal su ofiio porque tienen otras normas, otros intereses – (pero que probablemente saque ventajas – esa amplia mayoría – de su oficio).
Otro ejemplo: un policía honesto, que cumpla con su deber de evitar el crimen, deberá ser un “soplón” de la mayoría de sus compañeros policías (o su cómplice, cosa que es imposible si es enteramente honesto)…, porque la mayoría de los policías son deshonestos el policía honesto deberá denunciar y reaccionaqr en contra de los delitos perpetuados por ellos.
El policía realmente honesto, el hombre honesto, se hallaría en un aprieto y tendría que olvidarse de ser policía, o confiar en que la honestidad puede ser secundada (esperanza tal que muy fácilmente puede ser desengañada mediante un tiro de muerte que reciba). Pero lo importante es que la honestidad, la buena y efectiva realización de un oficio, pueda abrirse un espacio y hacerse realidad; para eso, para que eso sea posible, es preciso que el poder inmediatamente superior tenga igualmente real noción de lo que es su oficio.
(En realidad, lo bueno en Venezuela no es poco, parece ser poco porque el espacio está ocupado por otra cosa, por otras normas, por otros fines, hereditarios en su mayoría… lo bueno en Venezuela está condenado a callarse la boca si desea sobrevivir… y así se va haciendo cómplice).
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