Aveces me levanto con el pie que no tiene lado y con el ánimo que no tiene emociones. Es decir, me despierto en la mañana con un hueco en el centro de mi ser, no hay sentiemientos, no hay motivaciones ni pulsiones. Es un estado letárguico pero que vale la pena sentir por unas horas.
La única que tiene que ir mal dentro de toda esta confusión es Mary. A ella le toca aguantarse mis caprichos de momento; que salgamos a mojarnos bajo la lluvia , que corramos mientras todo el mundo está quieto, que bebamos en los días en que nadie bebe. La verdad, no me canso de hacer las cosas al revés, antes siempre, el desorden de los ordenes me ha dado mejores asuntos para pensar que seguir una continuidad planeada y arreglada.
El doctor tampoco tiene muchas soluciones frente a mis problemas. Siempre sentado al otro lado de su gran escritorio o de su tonto sillón comprado en un saldo. Me mira, yo lo miro, me mira y, sin pensar en profundidad, sólo con tenerlo allí sentado escuchandome, me doy cuenta que tiene más problemas de los que yo le puedo poner en el camino.
Es mejor dejarlo tranquilo.
Por eso fue que abandone el psicoanalísta (aparte de que es muy caro) pero fue en esencia por esa mala situación de tener que hablar de las cosas de uno frente a un tipo que no me conoce en tragos ni en loqueras. Me prece que en esos estados es más fácil captar la mano de cables enredados culpables de que las cosas estén funcionando as de mal, o así de bien.
Ese hueco del que les hable antes se produce desde que deje de hacer el amor con mi esposa. Era algo necesario. Y digo que era de ese modo porque o me aguantaba el dolor en el pecho mientras tenía un orgasmo o no había dolor ni orgasmo. La mejor opción es la que menos sufrimiento trae.
Ahora, cuando me paro en frente de mi gran patio y miro a toda una ciudad en erl alba. Los pájaros crepusculares cantan y al parecer el día va etar más soleado que los anteriores.
El arma que empueña mi mano derecha me apunta en la cien. Sale el fuego clamuroso del cañón que me deja sin vida, y me caiga al suelo y dejo mi charco de líquido vital, y me voy de esta vida, por vacío, por hueco, por no estar satisfecho con lo que se jactan la otra gente. Gente para la cual soy otro.
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