¿Cómo lo conocí? Realmente no importa, supongo que como muchos. Al principo creí, y realmente lo hice, que nuestro encuentro había sido producto del destino en combinación con la suerte, al menos él me lo hizo ver de esa forma...
¿Cuál es su nombre? Yo lo sabía, lo llevaba tatuado en el alma,sin embargo, después de indagar no más allá de unas páginas virtuales, descubrí que el nombre tatuado en mi alma era relativo y descubrí de igual manera la existencia de muchos otros quienes se había tatuado su nombre, lamentablemente, en ningún caso era el mismo.
La historia que narraré no habla de amor, tal vez al principio pudiera interpretarse de esa forma, pero con forme ésta avance se irá descubriendo el verdadero propósito: Contar mi historia una historias sobre rosas, destinos y amores eternos...
Empezaré hablando de mí, no pretendo interpretar el papel de martir, pero tampoco, y de eso pueden estar seguros, asumiré el del malo porque no creo merecerlo.
Nací y crecí en una pequeña ciudad al interior de la República Mexicana, allí viví los primero 18 años de mi vida rodeado de gente que me llenaba de afecto y a los cuales quería de igual forma, fue allí mismo donde conocí a mis mejores amigos y también a él...
Aún recuerdo cuando lo vi por primera vez, su sonrisa, su mirada, recuerdo cuando estrechó mi mano, ese gesto de gratitud por haber llegado...
Caminamos sin rumbo fijo, hablabamos de cosas superfluas, sólo intentábamos saber más el uno del otro, encontrar un indicio, algo que llevara nuestro encuentro a nuevos términos, que rompieramos los esquemas de "la primera cita". Y así lo hicimos.
Llegamos a un pequeño motel, lo dejé entrar primero y minutos después me decidí a entrar. Él estaba allí, jugando con el control de la televisión, buscando algún extraño canal o simplemente tratando de disimular los nervios. Nos miramos nuevamente, me volvió a sonreir, me hizo mil y un nuevas preguntas que posiblemente en los minutos de transición entre su entrada y la mía había planeado. Contesté todas y cada una de ellas con lujo de detalle, quería que me conociera, llegar a conocerlo, quería volverme una pieza importante de su vida... Así fue, sin embargo, no fuí la pieza que anhelé ser.
Se acercó a mí, dijo que quería besarme. Lo hizo lentamente, como si a cada instante buscara clavar su recuerdo en mi memoria, como si con ese beso buscara borrar cualquer vestigio de anteriores amantes, comenzó a tocar mi cerpo, me acorraló en un ricón de la habitación, de pronto se detuvo, se dió la vuelta, tocó su barbilla y volvió de nuevo a mí, me pidió disculpas debido a su comportamiento, lo miré, entonces tomó mi mano, me pidió que me sentara a su lado, colocó su brazo rodeando mi cuerpo, me presionó hacia él, besó mi pelo y me pidió seguir contándole de mi vida. Le hablé de mi pasado, mi presente, descubrí frente a él mis planes a futuro e hizo una intervención alegando su participación en el mismo, lo miré un instante, le sonreí y me regaló otro beso, éste fue con toda naturalidad, como si estuviera acostumbrado a tocar mis labios.
Después de algunos minutos la pasión había dominado, nuestras vestimentas quedaron suspendida en todos los recobecos de aquellas cuatro paredes, acariciaba su pelo mientras él jugaba con mi cuerpo, buscaba hacerme suyo en todas las formas posibles, no quería sólo hacerme el amor, sino también hacerme el deseo, la pasión y de alguna manera que sólo yo pude percibir, hacerme libre de nuevo, libre de las atuadura que yo me había colocado como resultado de las malas experiencias del pasado.Sin embargo, se detuvo nuevamente, su cuerpo sudado sobre el mío provocaba a cada instante un deseo incontenible, quería ser suyo, relamente lo deseaba. Besó mi frente nuevamente, me pidió disculpas, me dijo que no deseaba hacerlo así... Me abracé a él con todas mis fuerzas y entonces comenzó a hablarme de aquella historia, de aquella maldita historia, la cual al día de hoy estoy seguro no fui ni al primero ni al único que ha contado: La historia de una rosa, la rosa que el amante esconde en un libro, el tiempo pasará y el amante volverá a buscar ese libro, al abrirlo la encontrará vuelta polvo, éste te hará estornudar y con cada estornudo lo recordarás a él... Aún lo recuerdo, cada estornudo me trae el recuerdo de aquel instante en que estuve entre sus brazos...
El tiempo seguía pasando, más lento o más aprisa, nada importaba en ese entonces, sin embargo él debía regresar, comenzaba a hacerse de noche. Nos vestimos, me acercó por última vez a su cuerpo, me dijo muchas cosas al oido como esperando que las paredes no conspiraran jamás en nuestra contra. ¿Qué me dijo en esos instantes? no vale la pena mencionarlo aun, tal vez más adelante encuentre algún motivo que me lleve a narrar aquellos detalles que ahora me hacen sentir sólo un enorme rencor hacia él. Después, justo antes de salir de aquel cuarto me pidió esperara unos segundos, se arrodilló frente a mí y utilizó todas aquellas palabras que había dicho sobre mí, recopiló todos los detalles sobre mi vida para lograr una declaración perfecta, llena de chantajes emocionales, besó mis manos y esperó una respuesta... le di un no... |