Ambos se abrazaban con fuerzas, como queriendo entrar uno en el cuerpo del otro, los músculos tensos, la postura rígida. De los ojos les caían caudales de lágrimas, que luchaban al bajar por las apretadas mejillas. Sollozaban como niños asustados. Gemidos salían desde el fondo de sus almas, lastimero y angustiante. Sus corazones apunto de estallar, tensión, pena, resignación.
-¿me amas?- susurró él.
Los sollozos no le dejaban responder, balbuceaba, su lengua enredada no podía pronunciar esa frase que salía del fondo de su alma cada vez que la pronunciaba.
-¿me amas?- repitió
Por fin las palabras acudieron a los temblorosos labios, aquellos labios que tantas veces él había besado con pasión.
-si- dijo con hilo de voz.
-entonces hazlo- dijo él en tono seco.
La frialdad de él la estremeció, su cuerpo se tensó aun más. Lo miró a los ojos, aquellos ojos que contemplaba por horas sin cansarse. La mirada interrogante, casi suplicante.
- no puedo - dijo ella, con una voz tímida.
-pero habíamos quedado en eso, tú lo harías. Amor, yo quiero que tú lo hagas, solo tú lo puedes hacer, no me falles, si me amas como dices que lo haces.
-si te amo- interrumpió ella. –Pero es que no puedo- estalló en llanto, un llanto incontrolable, él la abrazo con fuerzas, le besó la frente en forma paternal.
- tienes que hacerlo- le dijo al oído.
Ella lo apartó bruscamente, sus cuerpos se separaron, lo observó, con su mano izquierda se secó las lágrimas que empapaban su cara, el viento meció sus cabellos que se pegaban a sus mejillas.
Se contemplaron, los ojos de él contenían ahora las lágrimas. Lentamente deslizó una mano entre sus ropas. Ella lo observó en silencio sin decir nada, sabia lo que buscaba. La mano encontró, lucho en su búsqueda y salió a la luz con su contenido. Ahí estaba, ambos la observaron, las palabras sobraban, la tensión aumentó.
Sus ojos se juntaron. Él estiró la mano y se la entregó. Las pequeñas manos temblorosas se hicieron de ella. Ambos comenzaron a llorar nuevamente, se miraron a los ojos, las lágrimas les nublaron sus imágenes. Recordaron sus años juntos, el amor inmenso que se sentían, ese amor que ahora tendría que separarlos, ese amor que despertaba las envidias de todos.
-¿me amas?- volvió a preguntar entre sollozos.
- si te amo-, respondió ella mientras lo miraba a los ojos, -como nunca he amado.-
Al terminar la frase apretó el gatillo, el estallido retumbó en todos lados, mientras el cuerpo del hombre que ella amaba caía inerte al suelo y su alma se elevaba hacia el infinito.