Unos cuantos meses desde que no toco una hoja con la lapicera, para escupir ideas sin sentido ni rumbo definido.
De repente estoy escapando de algo, al no tocar esta hoja que me condena a llenarla, a callar su blancura y su vacío y darle profundidad y un par de alas. O al menos darle dos colores. O al menos intentar que las palabras solucionen lo que los hechos no logran nunca arreglar. O al menos callar el silencio que me rodea. O al menos.
Esto podría ser, como toda historia, sobre una mujer, sería como cada película que has visto, en que cada acto del hombre vale porque hay una mujer que lo ve, lo apoya, o no lo apoya sino hasta el final. Alguna vez creí en las películas, en sus historias, después dejé de creer en las historias y empecé a creer en los sentimientos detrás de cada historia, después pasé a creer en el marco que creaba la historia. Y después, me di cuenta de lo permeable que me había hecho al mundo ficticio, haciéndome quizás demasiado impermeable a mis propias falencias.
No es escaparse, escaparse es más fácil. No son sentimientos, porque el papel no puede contener la irracionalidad sin hacerla comprensible. Ni es una historia, porque acá nada se desarrolla. O eso creo.
Y si me escapara, ¿de que estaría escapándome?, no hay motivo, no hay lugar a donde ir. De todas las posibilidades de ser, soy esta, y debo entender que entender no es posible.
Dije que esto no estaba dirigido a nadie, pero todo, me termino repitiendo internamente cada vez que hago algo, todo se dirige a alguien.
|