Algunas notas tomadas durante las vacaciones, invierno del año 2006.

Mauricio

Conocí en La Pampa, a Mauricio, un contador joven, buen tipo, que por esas cosas del destino recaló en las oficinas de uno de mis clientes.
El muchacho no tenía nada de especial, hasta que supe su apellido.
Beinticinco, el tipo se llamaba Beinticinco.
Había oído hablar de personas cómo Camilo Cienfuegos, varios Seisdedos, pero este era 25 a secas.

No pude evitar la tentación de pensar que la ‘B’ larga era un acto de bondad (o de ignorancia) de algún juez de paz, o que tal vez en algún lugar del planeta exista un Beinticuatro.

Conocí a otro hombre portador de un apellido numérico.

Era el enfermero de la familia y se llamaba Justo Diez.
Así, ni nueve cincuenta ni once, como si sus viejos no quisieran dejar dudas con respecto a lo exacto de su hijo. JUSTO DIEZ, te ponía las inyecciones y te juro que ni te dabas cuenta.

He leído, no recuerdo donde, una teoría acerca del determinismo que los nombres ejercen en las profesiones.

Alguna extraña predestinación lo habría convertido a Mauricio en “el contador 25”?

Espero que todo sea falso, me llamo Guerrero.


Zoológico de la Ciudad de Buenos Ayres.

Mientras paseo por el mismo no puedo dejar de imaginarme a un dios juguetón intentando las formas más inverosímiles. Un hipopótamo, cuyo peso lo obliga a permanecer en el agua la mayor parte del tiempo ya que sus piernas no lo resisten (Astutamente lo dotó con ojos, narices y oídos en la parte superior de la cabeza).
Un mandril con un espectacular culo multicolor cuya funcionalidad y razón de ser desconozco.

También está Pancho, el chimpancé de 50 años, que vive aislado en una jaula para ser protegido de sus hermanos de raza., sus ojos clavados en un punto fijo, en su rostro la tristeza infinita de saber que se está muriendo.

Seres dotados de branquias, alas, dedos con membranas, lenguas bífidas, cuernos en espiral, gibas y bolsas de piel en sus panzas.

Imagino que en su último esfuerzo inventó al hombre.

Luego, cansado de insistir y fracasar, se olvidó del tema.

Gg.