Hubo un tiempo de llanto y muerte
en este campo, en esta vida y en este sol.
De la muerte, en sí vida, nacieron flores
y la corta historia de un gran amor.
Amor de joven, amor de niño,
amor de aves y libertad.
Sin amarres en los sentidos,
con varias pizcas de amistad.
Quizá fue todo tan repentino
que mi vida a la suya consoló.
La semilla débil de su corazón
cayó al mar donde estuve yo.
El tiempo cambió, su vida voló
y yo llegué a darle mi amor.
Sus manos borraron miles de mis lágrimas
y el color de su sonrisa recobró su pasión,
pero venía la tentación a mi vida,
me alejó de él y me enamoró.
Y perdí el sentido de sus letras
y vacío lo dejó…
Volvió octubre y mi vida a la suya.
Y para su cumpleaños le regalé mi amor.
Así, con respeto nos fuimos conectando
y me fui ligando a su forma de mirar.
Frente al mar, junto a los amigos,
las letras, los números y el admirar.
Una noche extraña pronto le hablé
y con sinceros sentimientos lo besé.
Se marchó entonces, con los suyos
y enamorada de él me quedé.
Pero al volver, mi amor descuidó.
Insegura me sentí y perdí una flor.
No lo se aún, no lo sé aún,
pero olvidamos lo que pasó.
Nos condenamos a ser como antes.
Yo crecí y él maduró más.
Encontré un compañero en el camino
y mi vida comenzó a cambiar.
No más juegos ni cuentos encantados,
Sino las cosas de la vida y la verdad.
He hablado con él y cambiado está.
Quizá yo también soy distinta para él,
pero es algo que tendremos que aceptar.
No lo ha notado, pero sabe mi corazón
que lo quiero tanto y como siempre:
sigo siendo yo…
Hubo un tiempo de llano y muerte
en que abrí mis ojos y estuvo él.
Dando vida a mis espacios vacíos,
aprendiendo mi razón de ser.
Estos años lo he mirado de lejos,
con mi vida propia y la suya por doquier.
Yo no olvido que nuestro tiempo
hizo que mi vida estuviera bien.
Hubo un tiempo de llanto y muerte
en este campo, en esta vida y en este sol.
Todo fue tan repentino
que el tiempo cambió y nuestra vida voló
y nos separó…
sólo un montón de cartas quedó.
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