El tener buenos amigos es como tener la mayor riqueza.



Hay tanta gente que pasa por nuestra vida y tan pocas que podamos decir que sean partícipes de nuestra intimidad, que se den el tiempo para compartir con nosotros y con quienes podamos contar en nuestros momentos de dificultad. En contraste a esto existen personas que te dicen cosas halagadoras, que te palmotean la espalda, todo mientras seas útiles para ellos, mientras puedan sacar un provecho de ello.



Por eso, en tiempos de sequía de amistad, ya que muchas veces los verdaderos amigos se encuentran lejos, y los que están cerca no te dan toda la confianza, es entonces en que pienso en mi mayor amigo, el amigo que nunca abandona y está pronto a ayudarnos y por lo menos a acompañar. Dios es nuestro Amigo, pues siendo Creador, Rey y Señor, se pone a caminar al lado nuestro como un igual, y muchas veces permite, une los hilos, que podamos estar con las personas que nos van a hacer crecer y que sabe que nos benefician con su amistad.



Las facetas del amor de Dios son múltiples y la amistad es una de ellas, que espero no olvidar nunca en momentos difíciles ni en los de abundancia.