Cuando la tipa miraba hacia abajo descubría un sin fin de colores en la acera.

-¿Qué es esto del papel prepicado?- se preguntaba siempre al abrir las cuentas.
-No me gusta soñar, ¿sabes?, pero siempre lo hago cuando miro a esos pequeños jugar en aquel jardín.
-No pienso en los que vienen, no, nunca lo hago,
Pero me gusta enamorarme de estas flores invernales.
- A mi me gusta pensar en que algún día recibiré una carta escrita de su puño y letra. Él me prometió que no tiraría 20 años por la borda.
- 20 años no son nada. Yo he esperado abrir mis ojos desde que nací, pero jamás he logrado ver el rostro de estas dulces voces.

La tipa soñaba con ser una gran actriz.

- Yo no soy nada sin ti- repetía despacio mientras la empleada estiraba su cama y vaciaba en una bolsa los ceniceros llenos de colillas y de muchos recuerdos.