Esa noche se besaron y no fue tan solo un pequeño roce de labios, sino que que consumieron en él, jugueteando con las lenguas lentamente, sin ser concientes de la ruidosa música, ni mucho menos de lo que pronto delataría el profundo error de ella.
-Es un sueño- Le confesó el, sin tristeza o el menor arrepentimiento, pese a que sabía perfectamente que ella quedó prendada por un cariño descomunal a sus labios, pronto la muchacha de ojos tristes le cogió de las mejillas y abandonó la conciencia de sus actos... ¿Un sueño?, lucía como una absurda idea comparada con la ilusión que le traía encontrar a alguien a querer.
[Será que hay algo más, que a simple vista no se ve... ]
Se separaron, más bien, él la apartó y volvió junto a sus amigos, dejando entrever que sentía algo difuso por aquella muchacha. Las figuras se movían poseidas por el ritmo descomunal, pero esa canción melosa no abandonaba la cabeza de ella que nunca tomó demasiado en serio las palabras del muchacho, sino que, se guió por lo que expresaba con sus gestos... siendo que es tan simple mentir con el cuerpo.
Se acababa la fiesta para ella, era hora de partir, se aproximó a aquella persona, que trató de advertirle e intentó besarle.
...Su nuevo objeto de cariño desvió el rostro y lo siguiente que la joven escuchó fue un mísero y profundo: "Estoy confundido."
Le musitó entrecerrando los ojos con molestia, como si tan solo se tratara de una extraña, una simple conocida o una amiga más entre tantas que le rodeaban.
La chica le miró azorada ¿Cómo se atrevía a jugar con ella?, se inclinó a su ido y le dijo, casi gritando: "No me vuelvas a besar".
Desde entonces que ella suspira en silencio y le busca, porque pese a la molestia que le ocasionó, cree en los sueños, y como él también le confesó: "Los sueños son deseos que no nos atrevemos a cumplir". Ella lo había cumplido, estaba segura, todo fue tan real como su estancia en la misma cama frente al computador mientras derrama lágrimas en la soledad, el único refugio que no discrimina , donde bien puedes expresarte sin temor a ser visto o criticado.
Es algo ridículo esto del silencio... una coraza aislada.
Le llamó, su teléfono le respondió con una musiquita molesta, que le confirmaba que no estaría junto a ella esa noche, aunque solo fueran palabras transmitidas a través de un frío instrumento. Le buscó entre la gente ¿No sería un simple capricho?, hasta que, hablando con otros de sus amigos, desistió. Triste... pero ya no quedaban demasiadas alternativas, además, sus días habían sido pésimos y se sentía cada vez más arrastrada a la tentación de volver a ser huraña en cuestiones del amor.
Este otro amigo le ha persuadido de que, no vale la pena querer a una persona así, que no se atreve a arriesgar por aquellos que le demuestran su afecto. |