Los ratones alados de la ciudad




..........pase mucho tiempo ensayando el discurso que quería decirle a Lorena, siempre en la plaza y a veces de buen humor, y otras de mal humor, en la plaza llena de palomas, las veces que estaba de buen humor, era necesario decirle así a las lindas niñas que por ahí circulaban, entre hombres leyendo el diario y viejitos dándole migas de pan a las palomas..........


Hola paloma – le dije – y reconozco que no fue un acercamiento prometedor, pero quiso el destino hacerme un favor. Ella se llamaba Paloma. Se dio vuelta y me pregunto si me conocía, y yo, ante una situación tan encantadoramente cómica le dije que si y le pregunte si no se acordaba ``Soy yo, Benito`` le dije sonriendo. Ella también sonrió y me dijo que no se acordaba, ahí yo tome coraje y comencé a llevar la mentira un poco mas lejos, estaba realmente disfrutando de la situación. Entonces fue cuando le dije que había pasado mucho tiempo pero que yo nunca había podido olvidarla, que ella había tocado mi fibra mas profunda y que aquella única y memorable noche que pasamos juntos seria imborrable para mí por siempre, que solo con ella y solo por un momento conocí el amor verdadero y volví a tener fe en las mujeres. Le dije que la busque durante anos sin nunca olvidarla, y que también durante anos ella era lo ultimo en que pensaba antes de dormir y lo primero que pensaba al despertar, que la sola esperanza de volver a encontrarla me daba el valor que antes nunca encontré para enfrentar el tedio del día a día.

Por un momento pensé que estaba exagerando en la jugarreta, pero como ella me miraba fijamente y escuchaba con atención, además de que siempre considere que una buena broma es como un milagro, una serie de hechos fortuitos que se confabulan para hacer un momento común transformarse en un momento de hilaridad memorable, y solo gracias a algunas pocas palabras, escupí la sentencia mortal y definitiva. Le dije la tan asquerosamente popular y banalizada te amo. Y luego silencio.
Intentando quebrar aquel silencio embarazoso, la invite a tomar un café, no sin antes repasar mentalmente cuanto dinero tenia en el bolsillo. Alcanzaba por suerte y ella acepto, creo yo que por la simple razón de que soy un buen mentiroso y ella estaba intrigada intentando recordar quien yo era. Lo percibía en cada acción, en su forma de mirarme de soslayo y en su expresión perpleja y curiosa.

Nos sentamos en el café frente a frente, y yo, estúpidamente seguí con mi divertimiento, le volví a repetir cuanto la amaba y hasta me di el lujo de hacerme el ofendido por causa de su poca memoria. Dicen que la mentira tiene las piernas cortas, lo que no dicen es que una mentira bien dicha, toma fuerza de verdad. Lo que no nos dicen es que la verdad y la mentira son solo palabras, y las palabras están ahí, frías como el hielo y maleables como el acero al rojo, para hacer de ellas lo que nosotros queramos. Para hacer que una mentira sea verdad. Y eso fue lo que paso con Paloma, la mentira se hizo realidad en su cabecita de mujer y en su corazón ávido de romanticismo. Paloma me creyó, y no solo eso, comenzó a recordar detalles de nuestra tórrida noche de amor. La noche en que nos amamos bajo las estrellas y rodeados de un bosque simétrico de pinos de alguna empresa forestal que decidiera veinticinco anos atrás que allí seria un buen lugar para aquel verdor finito. Nos amamos tanto aquella noche, que hasta yo comencé a sentirlo como una realidad abrasiva, como un hecho que marcara mi vida.

En los días siguientes a mi encuentro con Paloma, nos volvimos a ver cada vez mas seguido, comencé a ir a su casa y ella a la mía, y como toda linda relación, pasábamos las tardes viendo televisión tomados de la mano y con aire de inocencia a la espera de que o su madre o la mía fueran a trabajar para revivir aquella noche inolvidable y retozar como todo joven debe siempre hacerlo, con rapidez y susto de ser descubierto. Amor joven, sexo rapidito.

Pasaron los meses y me fui acostumbrando a Paloma, comencé a quererla, comencé a buscarla cada vez mas, y cuando al inicio yo me sonreía mientras ella le contaba nuestra linda historia de amor a sus amigas, con el tiempo esa sonrisa fue tomando un aspecto cada vez más triste, casi como de resignación, al ver que aquello que comenzó como una broma ya era una realidad, y me vi comprometido con una linda pero común mujer, con su simpática pero también común familia, con un gato odioso y una suegra desagradable, con un suegro medio alcohólico y muy ausente y una hermana menor que ya despuntaba como una yegüita insidiosa y coqueta, con fantasías de levantarle el novio a la hermana, con otro hermano tarado por computadores, tímido y tartamudo antisocial. Y todo por una broma.

Pasaron los anos, y Paloma apareció con el mejor chiste de todos, estaba embarazada, y para peor de mí. Cuando se apaciguo el escándalo, me vi casado y asumiendo responsabilidades, me vi otro hombre gris, común, con familia común, trabajo común, jefe desgraciadamente común y dramas domésticos de aquellos, de los peores, o sea, de los comunes. Y más anos siguieron pasando y hoy viejo y panzón, triste abuelo de nietos comunes, me atormenta el saber, me enfurece entender que todo en mi vida no es mas que el hilarante resultado de una maldita broma. De que cuando joven y bromista me crucé con dos lindos senos en la plaza de la ciudad y la sucia coincidencia del destino me hizo decirle picarescamente paloma a una mujercita de nombre Paloma. Hoy sé con certeza que mi vida no fue horrible, pero fue común, y que el destino es bromista y a mí, al joven bromista, me hizo una broma pesada.



..........y ya viejito, me siento en la baranda, con mi revolver calibre 22 y me divierto y me atormento disparándole a las palomas que vienen inocentes a comer de las miguitas de pan que les voy dando. Y me siento bien haciéndolo, porque no estoy matando aves, estoy matando a los ratones alados de la ciudad..........




FIN