Octogal es un pequeño, muy pequeño país cerca del mar. Una tierra gobernada por un rey, Octavio Ochoa VIII, quien era el octavo de una respetada dinastía, amado por sus pocos, muy pocos súbditos.
El último censo, completamente exacto y confiable informó que vivían allí 8 habitantes, de los cuales 4 estaban en prisión debido a daños causados a los otros cuatro, pero aún así, la gente de Octogal se resolvía para ser feliz.
No eran muy complicados, tan sólo de ocho palabras contaba su lengua, y ocho palabras era todo lo que necesitaban para hacerse entender. Una de ellas, sonido agudo y alegre la decían cuando estaban cómodos, felices, de acuerdo con alguien o celebrando. Otra más grave, un gruñido ante los oídos de quienes no conocen el octogués, se usaba para significar molestia, disgusto o ánimos de buscapleitos.
Es difícil hallar una traducción exacta a ese lenguaje, pero quien ha visitado Octogal conoce esa inexplicable sensación de entender todo lo que la gente le dice; es que la forma y el contenido de sus palabras está tan relacionado que la comprensión es instintiva.
Octavio Ochoa VIII, es un rey un tanto excéntrico, y su gente parece ser igual. Decretó un año de 8 meses “Del Rey” y otros 4 “De Rellenito”. Semanas de ocho días que se descuadran al final hacen que la gente prefiera no llevar la cuenta; eso en parte ha creado una cultura relajada pero también da pie a malos entendidos constantemente.
Por ejemplo, todos recuerdan la vez que el Octor Octubre pidió un préstamo a su vecino y acordaron que el pago sería en una semana, pero era una semana de rellenito y pasaron los días. Octubre no supo por qué su vecino rompió con ocho pedradas las ocho ventanas de su casa, pero fue porque pensó que Octubre había decidido no pagar.
Esa vez las palabras no fueron suficientes, pero ellos saben que un caso aislado no ha de cambiar un sistema que les sirve.
Además, la condena en prisión nunca es larga.
La cárcel de Octogal, “El octágono” sólo puede soportar a 4 prisioneros a la vez así que las sentencias sólo duran hasta que alguien comete una nueva infracción lo cual es un tiempo bastante breve (afortunadamente no son gente violenta y nunca se matan entre ellos, no le ven la necesidad y saben que son pocos). De ese modo, se rotan los habitantes y se mantiene razonablemente limpia.
A pesar de que los octogueses no buscan turistas, ocasionalmente llegan para presenciar el modo de vida de esta gente. Aun en tierras cercanas creen que es un chiste lo de las ocho personas y al verlo se sorprenden. Se mantienen bastante bien, especialmente a base de bisutería que exportan y otros productos de diseñador que son realmente costosos.
A veces cambian su delicada joyería por cosas que necesitan y son gente muy feliz, pero bastante susceptible.
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